Las parras silvestres quieren crecer para convertirse en plantas frondosas y si se les deja actuar por su cuenta, producirán bastante fruta, en especial los racimos alrededor de la copa.

A los productores de uva para hacer jugo se les aconseja aprovechar esta propensión natural de las parras frondosas.

El manejo de la copa de la vid para vino es mucho más complicado que para las parras de uvas para jugo, –pero en Washington, el manejo de viñedos con la poda, la irrigación y tal vez algo de raleo puede ayudar a controlar el tamaño de las parras, a estimular el tamaño de la uva, y con el número de racimos, dijo el Dr. Markus Keller, viticultor, Universidad Estatal de Washington.

Los productores quieren -idealmente, parras equilibradas, un microclima ideal con una copa abierta y productiva con alto rendimiento y de alta calidad, baja tensión de plagas, y acceso fácil para la mecanización del viñedo, -dijo Keller. Las técnicas apropiadas en el manejo de viñedos ayudan a determinar algunas de esas cosas, –él comentó.

“Eso se parece un poco a comenzar con una cuenta bancaria con fondos. Al principio de la temporada de crecimiento, se inicia con el potencial productivo, porque ya podó sus parras, y el nivel de poda determina cuantas varas con frutos fecundos tendrán las parras”, –les dijo Keller a los productores durante una junta de la Asociación de Uva del Estado de Washington en noviembre. “A partir de ahí, todo va disminuyendo. Usted ya no puede aumentar el potencial productivo, solamente lo puede amortizar”.

La poda determina el número de brotes y la posición de estos, mientras que la irrigación determina el tamaño de la copa y el rendimiento. El rendimiento y la madurez final para el productor la determina el raleo del cultivo y en particular, de una temporada a la otra. El peso de la baya es de menor importancia cuando se compara al rendimiento de los racimos y la cantidad de bayas.

“Sabemos que el número de bayas se determina más bien por la cantidad de flores, mismas que se han determinado dentro del brote en la temporada previa de crecimiento y durante el brote de la yema de la temporada en curso,” dijo él. “Entonces al maximizar el número de yemas se tiene mayor potencial para modificar los cultivos que cualquier otra cosa que se haga a la copa durante la temporada de crecimiento en curso”.

Los productores deben de podar al mayor número de yemas con maquinaria y solo ralear cuando sea absolutamente necesario, dijo Keller. Debido a los índices de producción de los cultivos, el raleo debe ser hecho con maquinaria principalmente. “Usted no puede podar a mano y esperar maximizar el potencial de la producción año tras año”.

Pode con maquinaria y pode lo mínimo, dijo él. Los productores no deben podar nada de la parte superior de la copa, donde las varas están llenas de fruto, pero sí podar levemente los lados de la canopia para manejar el tamaño de la parra.

La parte baja de la copa se debe podar tan alto como sea necesario para contener la fruta para que así, la cosechadora mecánica pueda recolectar toda la fruta.

Haga el raleo solo bajo circunstancias extremas –en la temporada de frío cuando la fruta pudiera fallar y no madurarse sin el raleo, o en una temporada muy calurosa con un cultivo muy pesado, dijo Keller. Sin embargo, “en todos los otros casos, aconsejo no hacer el raleo para maximizar el potencial de su cultivo”.

El raleo –cuando se establece el fruto, no afecta el tiempo del envero –dijo Keller, pero después de haber comenzado el envero puede acelerar la madurez. Parece que no tiene efecto en la resistencia al frió.

El agua vinculada con la copa

En total, las uvas para jugo mantienen una copa abundante que requiere entre 2 y 2.5 pies de agua por año, lo que proviene de ambas: la lluvia y la irrigación.

También beben con frecuencia, aunque los requerimientos de agua varían durante la temporada. La vid consume de 5 a un 10 por ciento de agua desde el brote de la yema hasta el establecimiento del fruto, pero requieren de 30 a 60 por ciento de su agua desde el establecimiento hasta el envero –cuando es más caluroso, dijo Keller.

“Sin agua, no puede haber crecimiento. Para la expansión de la célula se requiere el agua”, dijo él. “El agua determina la copa y el tamaño de la baya –más agua equivale a una copa más frondosa y a tener bayas más grandes”.

El crecimiento de los retoños y el rendimiento del suelo se maximiza al estar a un 3 a 4 por ciento menos de la capacidad del terreno, así es que los productores deben saber la capacidad del terreno de sus viñedos.

Las bayas al estar madurando tienen fuerza suficiente para atraer el agua hasta una planta marchitándose, dijo Keller. Eso quiere decir que el manejo de riego es mucho más importante al principio de la temporada que en la parte avanzada de la temporada durante la maduración.

Conforme la temporada avanza, el requerimiento de agua disminuye solo de 10 a 30 por ciento -del envero a la cosecha, y del 5 al 25 por ciento de la cosecha a la caída de la hoja. Los productores deben reponer los 3 pies de tierra de arriba como seguro contra las heladas y para arranque de la siguiente temporada.

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