Dos huertos emparejados, que cultivan Granny Smith sobre portainjertos M9.337, mostraron una baja productividad (a la izquierda) y una alta productividad (a la derecha). En un estudio de la Universidad Estatal de Washington (WSU) en el que se comparaban los dos se descubrió que el mayor contenido de arena en el primer bloque disminuyó su capacidad de retención de agua, lo que en promedio redujo el rendimiento en unos 74 cajones por hectárea (30 cajones por acre). (Cortesía de Tianna DuPont/Universidad Estatal de Washington)
Dos huertos emparejados, que cultivan Granny Smith sobre portainjertos M9.337, mostraron una baja productividad (a la izquierda) y una alta productividad (a la derecha). En un estudio de la Universidad Estatal de Washington (WSU) en el que se comparaban los dos se descubrió que el mayor contenido de arena en el primer bloque disminuyó su capacidad de retención de agua, lo que en promedio redujo el rendimiento en unos 74 cajones por hectárea (30 cajones por acre). (Cortesía de Tianna DuPont/Universidad Estatal de Washington)

¿Qué significa “salud del suelo” en realidad?

En 2016, los investigadores de la Universidad Estatal de Washington (WSU) pusieron en marcha un proyecto para comprender mejor esa frase de moda en la agricultura, en especial para los huertos del noroeste del Pacífico.

Encontraron que la respuesta es algo complicada. Eso es porque la función del suelo es complicada al proporcionar muchas funciones diferentes en el sistema de los huertos.

“Queremos raíces sanas, queremos que el agua entre y se mueva, queremos una alta capacidad de retención de agua, así como la fertilidad del suelo”, indicó Tianna DuPont, especialista en extensión de la WSU que dirigió el proyecto de salud del suelo con el fisiólogo Lee Kalcsits. “Hay muchas cosas que podemos medir, pero ¿qué es lo que importa en los huertos? ¿Qué factores están relacionados con nuestro resultado final de rendimiento y empaquetado?”

DuPont dijo que los productores quieren saber qué indicadores de salud del suelo están limitando su producción: Puede ser la capacidad de retención de agua en un sitio arenoso, la presión de nematodos parásitos en un sitio de replantación, o incluso la compactación que impide el crecimiento de raíces profundas.

DuPont lo compara con la forma en que un barril, con cada una de las duelas a diferentes alturas, gotea por la duela más baja. Es un paradigma común para pensar en cómo el crecimiento de las plantas está dictado no por el total de recursos disponibles, sino por el recurso más escaso, un concepto conocido como el barril de Liebig, llamado así por el botánico alemán que popularizó la idea.

A medida que la comprensión científica de la salud del suelo se ha vuelto más compleja, también lo ha sido el barril metafórico, de modo que ahora se tienen en cuenta los factores físicos y biológicos junto con los tradicionales de los nutrientes, informó DuPont en un seminario web sobre la salud del suelo celebrado por la WSU a finales del año pasado.

Para comprender los factores limitantes comunes en los huertos de Washington, DuPont y Kalcsits se propusieron encontrar huertos similares con diferencias de productividad para poder centrarse en el papel que desempeña la salud del suelo en el rompecabezas. Encontrar dichos conjuntos emparejados para el estudio fue más difícil de lo que esperaban al inicio, afirmó DuPont. De un total de 100 lugares que muestrearon, acabaron con 60 que pudieron emparejar y comparar, con vástagos, portainjertos, edad de los árboles y ubicación general coincidentes.

De los sitios muestreados, la mayoría tenían macro y micronutrientes bastante disponibles, apuntó DuPont, ya que la idea era encontrar sitios donde los productores tuvieran desafíos con la fertilidad que no pudieran explicar.

Los factores limitantes comunes eran los problemas de retención de agua o de compactación, así como la presión de los nematodos parásitos de las plantas y los patógenos de la podredumbre de las raíces. El estudio analizó 21 parámetros, inclusive la capacidad de retención de agua, la infiltración, la presión de los patógenos en las raíces, la compactación, la materia orgánica y la disponibilidad de nitrógeno microbiano, además del pH y los macro y micronutrientes del suelo.

Por ejemplo, un productor tenía dos bloques similares de Gala, pero uno producía 148 contenedores por hectárea (60 contenedores por acre) y el otro solo 100 por hectárea (40 por acre). Para determinar si los nematodos parásitos de las plantas y los patógenos de la podredumbre de la raíz desempeñaban una función, DuPont y sus técnicos recolectaron tierra del huerto y pasteurizaron la mitad de ella. Luego, cultivaron plantas de frijoles en la tierra para ver qué beneficios aportaba la pasteurización. Una gran diferencia indicaría que la presión de los nematodos y patógenos está afectando a la producción.

DuPont también contó los nematodos presentes en las muestras de tierra, utilizando una técnica de tamizado y sedimentación diseñada para separar los gusanos microscópicos de la tierra.

“Cerca de 15 de los 100 sitios tenían más de 80 nematodos por cada 100 gramos de tierra, que es el umbral de daño para los árboles jóvenes”, explicó durante el seminario web. “Eso es 363 millones de nematodos de lesión por hectárea (147 millones por acre), así que eso va a impactar sus raíces”.

Otros 15 sitios tenían problemas de capacidad de agua, por lo general en suelos muy arenosos, y alrededor de una cuarta parte de todos los sitios en los huertos tenían algunos problemas de compactación en las capas inferiores del suelo, lo que parecía contribuir a algunas de las diferencias en el rendimiento, en comparación con los sitios sin compactación.

“Todos estos factores están correlacionados, así que no podemos fijarnos en un solo factor”, expresó DuPont. El modelo que ella y Kalcsits desarrollaron con los datos del estudio puede explicar el impacto acumulativo de los factores y evaluar cuáles son los más importantes para futuras evaluaciones.

De manera interesante, la materia orgánica, que muchos estudios relacionan con la salud del suelo, no se correlacionó con el rendimiento de los huertos, afirmó DuPont. Tampoco lo hizo la respiración del suelo, que estima el nivel total de actividad microbiana en el suelo.

“El siguiente paso del proyecto es trabajar con los laboratorios de suelos para animarlos a incluir algunos de los indicadores importantes de la salud del suelo en sus opciones de análisis”, indicó.

Uno de los principales laboratorios de análisis, el Laboratorio de Pruebas de Salud de Suelos de Cornell, ya ofrece pruebas como el carbono activo (una medida de la materia orgánica), el nitrógeno total disponible, la capacidad de agua disponible y la respiración del suelo. Su director, Bob Schindelbeck, dijo que no realizan muchas pruebas para los fruticultores, salvo en situaciones previas a la plantación.

Schindelbeck siempre recomienda a los productores que realicen pruebas antes de plantar una huerta, un huerto o un viñedo. “Puedes hacer el trabajo de base con anticipación porque es más fácil de manipular”, comentó.

La mayor parte de la investigación sobre las métricas de la salud del suelo se ha centrado hasta ahora en los sistemas de cultivo anual, señaló, por lo que se necesita una investigación como la de la WSU para entender la mejor manera de evaluar y mejorar la salud del suelo en los sistemas de cultivo permanente. En general y según muchas métricas, la permacultura de los sistemas perennes conduce a una mejor salud del suelo en comparación con la de los cultivos anuales.

“En el caso de los sistemas de cultivos perennes, la salud del suelo es buena, pero el problema son las plagas debido a que no hay rotación y se convierten en un blanco fácil”, explicó Schindelbeck.

La compactación representa otro de los problemas habituales que observa en los huertos. Los suelos necesitan mucho espacio poroso para el aire y el agua. Recomienda realizar pruebas con un penetrómetro (los productores de Nueva York pueden alquilar uno en el laboratorio Cornell, y ellos les ayudarán a analizar los resultados). También dijo que el laboratorio está trabajando en una prueba de densidad aparente para evaluar si el suelo denso y apretado podría estar limitando el crecimiento de las raíces.

DuPont dijo que las lecturas del penetrómetro superiores a 2.11 kilogramos por centímetro cuadrado (300 libras por pulgada cuadrada) indican que el crecimiento de las raíces puede estar restringido.

En casos extremos, los productores podrían aflojar el suelo de manera mecánica con una herramienta de corte profundo, seguido de la plantación de cultivos de cobertura que envíen raíces profundas al suelo recién aflojado, dijo Schindelbeck.

por Kate Prengaman