El aumento en los niveles de inóculo en Washington sugiere que la enfermedad de la cereza pequeña está creciendo exponencialmente, dijo Scott Harper, virólogo de la Universidad Estatal de Washington que dirige el Centro de Plantas Limpias del Noroeste.

“Piensas que este año es malo, el próximo año será peor, y el siguiente será aún peor”, dijo Harper en el Instituto de Cerezas en Yakima en enero. “La única manera de controlar estas cosas es reducir la cantidad de carga del patógeno en el ambiente o seguirá propagándose”.

En 2018, el Centro de Plantas Limpias analizó casi 3 500 muestras con sospecha de enfermedad de la cereza pequeña para evaluar los tres posibles vectores: el virus 1 y 2 de la cereza pequeña y el fitoplasma Western X, y cerca del 40 por ciento fueron positivos para uno de los vectores. Es probable que esto esté subestimado, dijo Harper, ya que muchos productores no envían muestras para análisis.

Curiosamente, en la parte centro-norte de Washington, el virus de la cereza pequeña 2 parece ser el conductor, mientras que, en la cuenca de Yakima, el fitoplasma Western X predomina en los casos sospechosos enviados al laboratorio de diagnóstico.

Ambos patógenos reducen el tamaño y la calidad de la fruta, pero los síntomas solo son visibles pocas semanas antes de la cosecha, dijo Harper. El resto de la temporada, los árboles infectados se ven normales, pero el patógeno se puede diseminar rápidamente.

“No puedo dejar de hacer énfasis en esto; una vez que el árbol está infectado, se infecta de por vida”, indicó. Al eliminar los árboles infectados tan pronto como empiezan a mostrar síntomas reduce el riesgo de diseminar el patógeno a través de vectores de insectos e injertos de raíz.

“Mientras se encuentre en el campo, los insectos irán a ese árbol y recogerán el virus y lo llevarán al siguiente árbol”, dijo Harper. Los vectores de patógenos no respetan cercas ni límites, por lo que debe trabajar con sus vecinos para controlar esta enfermedad”.

Un programa de rociado a lo largo de la temporada para controlar a los saltamontes —vectores para el Western X— y a las cochinillas —vectores para el virus de la cereza pequeña 2—, proporciona la mejor protección, incluso si no se tienen presentes los síntomas en su huerto, agregó.

Los investigadores y los especialistas del programa de extensión de la Universidad Estatal de Washington planean formar un grupo de trabajo en los próximos meses para coordinar una respuesta a la creciente epidemia. Más adelante en esta temporada se tendrán más planes disponibles sobre la manera en la que los productores y la industria en general pueden responder mejor al problema.

Para aprender a identificar los síntomas de la enfermedad de la cereza pequeña y la bacteria Western X, visite bit.ly/whatislittlecherry y busca el PDF en español.

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