El atado de las parras puede parecer simple, pero a menudo, los productores cometen errores evitables que a la larga pueden significar pérdidas de tiempo y productividad, de acuerdo con Thomas Todaro, educador de la Extensión Vitícola de la Universidad Estatal de Michigan. Todaro ofreció los siguientes consejos para atar las parras en un sistema de poda de formación y conducción vertical (sistema VSP).

Consejo número uno: Usar un sistema de poda de formación vertical.

Durante la poda inicial de un viñedo recién establecido, esto implica juntar ramas (vástagos verdes de la vid en crecimiento) en la base del tronco (o corona) y atarlas para que crezcan de manera vertical.

Los productores pueden atar los brotes a postes de metal, madera o bambú, o a un trozo de cordel, pero no importa lo que sirva de apoyo, deben asegurarse de que los brotes se extiendan tan verticalmente como sea posible desde la base del tronco, indicó Todaro.

“Si los brotes se doblan hacia abajo o hacia los lados con respecto a la base del tronco, dicha inclinación aumentará cuando se endurezca y, tarde o temprano, esas ramas podrían terminar tocando el suelo o creciendo hacia el medio de la calle, por lo que los tractores no podrían pasar fácilmente sin dañar el tronco de la vid”.

Consejo número dos: Utilizar por completo los alambres de fructificación horizontales.

En una configuración típica de espaldera, los productores seleccionan dos brotes del grupo central vertical y los extienden hacia fuera sobre cada alambre de fructificación, uno hacia la izquierda y otro hacia la derecha.

Estos brotes se convierten en cordones permanentes o en cañas anuales, dependiendo de si el viñedo usa la poda de espolones o la poda de cañas, respectivamente. Todaro instruye que los dos brotes se aten de manera que casi se toquen antes de alejarse uno del otro.

“Muchas veces, los productores dejan espacios entre los brotes, pero eso significa que no están utilizando todo el alambre de fructificación posible”. La brecha puede ser de solo 2.5 a 5 centímetros (de 1 a 2 pulgadas) pero, si se toma en cuenta todo el viñedo, esta puede reducir bastante el tamaño de la cosecha, explicó. “La meta es reducir ese espacio al mínimo, para aprovechar toda la luz del sol que caiga sobre la espaldera”.

Consejo número tres: Limitar las ataduras en los sistemas de poda de caña.

Con frecuencia, se hacen demasiadas ataduras en los viñedos, indicó, y señaló que él tiene viñedos en los que el atado anual de las cañas se realiza cada par de pulgadas, cuando en realidad solo se necesitan dos: una atadura donde la caña comienza a extenderse lateralmente respecto al grupo central vertical (como se describe en el consejo número dos) y otra en el extremo libre para mantenerlo en su lugar.

Incluso una sola atadura adicional a mitad de la caña es generalmente innecesaria. Después de todo, entre menor sea el número de ataduras, más fácil será retirar las cañas cada año, afirmó. Para los productores que prefieren entrelazar las cañas con el alambre de fructificación en lugar de atarlas, recomienda entrelazarlas solo una vez. En otras palabras, la caña pasa por debajo del alambre una sola vez cerca de su centro, y su extremo libre pasa por encima del alambre para asegurarlo.

Tener varios puntos entrelazados, al igual que varias ataduras, solo conlleva más trabajo. “¿Para qué ponerlo más difícil?”, preguntó.

Consejo número cuatro: Limitar también las ataduras en los sistemas de poda de espolones.

Debido a que los cordones permanentes o semipermanentes persisten de una estación a otra y sigue aumentando su grosor, cada atadura presenta un potencial de anillado.

“El anillado no causa problemas cuando se ata cerca del extremo porque no queda nada más allá de ese punto, pero cada vez que se agrega una atadura adicional en otro lugar, se corre ese riesgo”, advirtió. Por tal motivo, el cordón no debe tener más de tres ataduras: una donde comienza su trayecto horizontal a partir del grupo central vertical, una en el extremo libre y una más en el centro en caso de ser necesario.

Además, todas las ataduras de los cordones deben estar bastante sueltas para permitir el crecimiento sin anillar. A los productores que prefieran entrelazar en lugar de atar, Todaro les indica que los entrelacen solo una vez alrededor del alambre (como se describe en el consejo número tres).

“Usted no quiere entrelazar y entrelazar y entrelazar”, aseguró, e indicó que esto no solo puede conducir al anillado, sino que también puede dar lugar a dificultades considerables cuando llegue el momento de quitar algún cordón viejo. “Para entonces, el cordón suele ser realmente leñoso, y es muy difícil sacarlo del alambre si se entrelaza varias veces”.

Consejo número cinco: Verificar las ataduras en los sistemas de poda de espolones.

Como las ataduras pueden causar anillado, Todaro sugiere recorrer los viñedos cada año y recortar las ataduras que se estén apretando. Además, como los cordones finalmente se vuelven muy sólidos y resistentes, también aconseja eliminar cualquier atadura que ya no sea necesaria. Ambas recomendaciones eliminan los problemas con el anillado, afirmó.

Para más información acerca del atado de las parras, inclusive la variedad de ataduras disponibles, Todaro les recomienda a los productores una serie de videos en línea de la Universidad Estatal de Michigan, producidos por el experto en uvas Tom Zabadal, disponible en http://bit.ly/tying-grapes.

-por Leslie Mertz

La Dra. Leslie Mertz es una escritora científica independiente con sede en Gaylord, Michigan.