Si estuvieras buscando el lugar más rentable para plantar un nuevo viñedo, no comenzarías con los acantilados rocosos sobre el río Yakima en Washington. Pero Larry Pearson está enamorado de estas escarpadas badlands o tierras baldías y de las vistas del río desde hace casi 20 años.

“Lo que me atrajo a este lugar fue su sensación mágica, caminar entre la salvia en este terreno accidentado y disfrutar del río”, dijo Pearson, un veterano agricultor de la zona denominada “Red Mountain”, que es conocida por sus potentes tintos. Pearson compró esta propiedad cercana, justo al oeste de Red Mountain, a principios de la década del 2000 por capricho. Hace unos años, se tomó en serio la idea de forjar un hogar para uvas de vino de primera calidad en el sitio que él llama cariñosamente la propiedad de piedra. Hacerlo cultivable requirió una remodelación significativa.

El sitio puede ser extremo, pero en todo Washington, más productores están recurriendo a sitios difíciles y rocosos para plantar nuevos viñedos porque “simplemente se están quedando sin tierra buena”, dijo Dennis Myers, un excavador con sede en Prosser, Washington, que trabaja casi exclusivamente en la preparación del emplazamiento del viñedo. “La tierra que nos quedaba era las sobras de otra persona. Así que lo que hacemos es venir y arreglársela”.

El verano después de que Myers excavara la propiedad de Pearson, las vides jóvenes alcanzaban los alambres superiores en pequeñas parcelas ubicadas entre afloramientos de tipo volcánico. El suelo en el que se están arraigando es limo fino, depositado por el viento en bancos profundos detrás de esos afloramientos, y que tuvo que extenderse para crear las parcelas. Y las rocas —tantas rocas— tuvieron que moverse para dejar espacio para las raíces y caminos para los tractores y, en algunos lugares, el único sitio que quedaba para colocarlas era en los espacios a lo largo de las hileras de plantas de vid.

Un capricho

Pearson pasaba por este lugar situado junto al río con regularidad cuando viajaba desde sus viñedos de Red Mountain en el sureste de Washington a su trabajo al oeste de Cascade Range como ingeniero de caminos. Cuando Benton County ofreció el área en una venta de propiedades sobrantes, accedió.
Desarrollarlo fue otra historia.

“Ha estado hablando de esto desde que lo conocí y realmente nunca pensé que sucedería, porque aquí no había agua, ya que el terreno se encuentra tan aislado y es tan costoso perforar un pozo”, dijo su esposa, Jane, una artista que dirige el marketing de la bodega y gestiona la sala de degustación. “Una vez que apareció esa agua, ¡boom!”.

Por improbable que parezca, de cierta manera, el agua simplemente apareció. Por casualidad, Pearson conducía por el lugar un día en el que un equipo del Distrito de Riego de Benton lo estaba utilizando, sin su permiso, para acceder a la línea de ferrocarril a lo largo del río donde planeaban construir una línea presurizada. Se puso en contacto con el distrito y compró los derechos de agua para siete acres, aprovechando que la nueva línea a lo largo de su propiedad ofrecía suficiente energía para llevar agua a sus viñedos sin utilizar bombas.

Una vez que comenzó a pagar por esa agua, el sitio tuvo que pasar de la visión a la realidad. Ahora retirado de la ingeniería, se lanzó a la planificación del lugar, saltándose prácticas recomendadas, como análisis de suelos y estudios topográficos, en favor de la intuición obtenida con los años que pasó explorando el lugar. Ese es el estilo de Pearson: compró su primera parcela pequeña en Red Mountain en 1984, después de acampar allí en busca de un lugar ideal para cultivar Cabernet Sauvignon.

En las badlands, el suelo se sentía familiar; era un sedimento muy fino, depositado por el viento, similar a Red Mountain. El desafío más grande fue una profundidad del suelo muy variable y muchas rocas. Así que Pearson llamó a Myers.

“Era un sitio agresivo, con poco suelo y muchas rocas”, dijo Myers, y añadió que al principio dudaba en obtener suficiente tierra productiva para que valiera la pena. “Pero, por otro lado, tenía una visión y dependía de nosotros para lograrlo”.

Limitado por la misma geología desolada que atrajo a Pearson a la propiedad en primer lugar, las badlands requerían un extenso y costoso trabajo en el terreno para hacerlo un buen hogar para las uvas. “La tierra te dirá lo que vas a hacer”, dijo Pearson.

Hoy en día, el diseño final incluye 10 parcelas de diferentes tamaños y orientaciones, algunas en cuencas y otras en pendientes, siguiendo tanto la disposición del terreno como las leyes del condado.

Cumplir con los códigos del condado requería cambiar algo de su visión inicial para el lugar, dijo Pearson, quien se había centrado primero en las viñas. Pero un viñedo también necesita funcionar en términos de logística: hay que pensar en el acceso para camiones, las áreas de carga, una tienda, un pozo y un sistema séptico para un futuro edificio que pudiera acoger huéspedes o eventos del club de vinos. Requirió un balance cauteloso el encontrar sitios para el área de carga de la uva, la tienda y el edificio después de que la preparación del terreno estaba ya en marcha, dijo Pearson.

Uvas distintas para un sitio distinto

Toda la preparación del lugar no evitó los dolores de cabeza. Algunas filas se detienen debido a rocas superficiales, y una parcela carece por ahora de postes, porque los trabajadores no pudieron enterrarlos. Incluso hay una pequeña parcela escondida en una hondonada del terreno con 60 vides que fueron obstruidas por las rocas en el lugar donde se había planificado su plantación.

En resumen, las 10 parcelas comprenden alrededor de seis acres. Pearson tenía la esperanza de encajonar siete.

“De forma práctica, uno de los problemas era que la preparación de la tierra costaba mucho por acre y que solo conseguimos seis acres de la misma. Eso fue como, ‘ay.’ Fue mucho que aceptar. En ese caso, podrías inclinarte a decir: ‘Si no vamos a poder utilizar 10 acres de los 40, no va a funcionar.’ Pero no hicimos ese cálculo”, continuó Pearson, riendo con Jane. “Encontramos estas áreas que eran únicas y que podían hacer crecer cosas, así que eso es lo que vamos a hacer”.

La marca para los futuros vinos procedentes de un solo viñedo captura la historia del lugar: Las Badlands – Un viñedo de Tapteil. Tapteil es una pequeña bodega de pequeña producción, que produce alrededor de mil cajas al año. Pearson vende la mayor parte de sus 32 acres de uvas en Red Mountain a otras bodegas.

En el terreno de las badlands, Pearson plantó Cabernet Sauvignon y Aglianico, un rojo italiano que fue uno de sus favoritos en su reciente viaje al sur de Italia.

“Lo que estaba buscando era Cab, porque lo cultivo, lo conozco, y sé que lo va hacer bien, y luego fue como, este es un sitio único, hagamos algo realmente diferente”, dijo Pearson. Se decidió por Aglianico, una uva negra sobre todo conocida en el sur de Italia, cuando descubrió que estaba disponible en Washington y se enteró de que otro productor de la zona estaba teniendo éxito.

Aún queda mucho por aprender sobre cómo cultivar esta nueva variedad y cómo administrar parcelas tan pequeñas y variables. La mayoría de las vides Cabernet de segundo año se ven vigorosas y listas para comenzar un sistema de formación VSP. En agosto, las plantas de Aglianico plantadas esta primavera, finalmente sobrepasaron las malas hierbas nativas que Pearson deja entre hileras para proteger los suelos de la erosión del viento. Pero a lo largo de los bordes de algunas parcelas, puedes ver también algunas vides luchando, probablemente porque el suelo dio paso a las rocas.

Mientras cuida las vides jóvenes ahora, según se familiariza con cada rincón y grieta del lugar mientras mueve el riego a diario, Pearson siente una sensación de alivio y también de entusiasmo.

“Está bien, está creciendo, es vibrante, esto es real y casi parece viable. Muy bien, esto va a funcionar”, señaló. “Esto es un desafío, pero es un sitio tan único y hermoso que es cautivador”.

Ahora lo único que falta es cultivar uvas.

Planificación del lugar

El costos de esculpir las badlands o tierras baldías de Larry Pearson en viñedos fue bastante alto, pero pudo pagarlo porque el precio de compra de la tierra “marginal” era bajo y el acceso a la infraestructura de riego le ahorró el coste de un pozo de gran capacidad.

Pero a pesar de que funcionó, su enfoque para elegir un nuevo sitio, un escenario impactante, no es la estrategia recomendada. Los expertos de la Universidad Estatal de Washington instan a los agricultores a comenzar la planificación con análisis de suelos, pendientes, radiación solar y grados-día de crecimiento antes de comprar una propiedad, explicó la científica especialista en suelos Joan Davenport.

Para ayudar a los agricultores a acceder a esa información, los investigadores de WSU desarrollaron una base de datos que resume la información del suelo, el paisaje y el clima.

“Cuando alguien acude a mí, lo primero que hago es sentarme y extraer la información del sitio para ver cuáles son las promesas y los escollos”, dijo Davenport. Las señales de alerta incluyen terrenos en la parte inferior de una colina con riesgo de estancamiento de aire frío o con una exposición a la vertiente norte que limita la luz del sol, así como pendientes pronunciadas que dificultan el riego y el uso de maquinaria.

Pero ella admite que los productores de uva de vino a menudo tienen un factor más que los investigadores rara vez consideran: la estética.

“Con los viñedos, muchas veces estamos jugando con el paisaje porque también estamos viendo un viñedo como un lugar estético, mientras que un agricultor de papa solo quiere 120 acres llanos para un círculo de papa”, dijo Davenport.

Puede que no sea tan paisajístico, pero la uniformidad facilita la agricultura. Davenport recomienda cavar pozos de tierra para ver la variabilidad subyacente en términos de profundidad, texturas y rocosidad.

“Es realmente importante para decidir dónde colocar las parcelas, cómo planificar el riego e incluso qué variedades elegir”, afirmó. “Si tienes un pie de tierra aquí y varía hasta 14 pies en la misma parcela, tendrás una vid asentada sobre nada que se riega igual que una vid creciendo en una enorme reserva de agua, nutrientes y todo lo demás que necesita”.

Nuevo hogar para una uva antigua

Aunque su popularidad se remonta a la antigua Roma, Aglianico es una uva relativamente nueva para Washington, y es probable que atraiga a los amantes de la variedad característica de la zona, Cabernet Sauvignon.

“Cuando analizas la descripción de la uva, es muy oscura, densa, con alta acidez y taninos, y por lo tanto de larga vida”, dijo Larry Pearson, similar a las cualidades que la gente ama en Cabernet Sauvignon.

Se cultiva principalmente en las regiones de Basilicata y Campania, en el sur de Italia, donde el clima cálido y seco y los suelos volcánicos bien drenados son similares a las condiciones en el este de Washington.