Para aquellos que nunca han estado allí, Nueva Zelanda trae a la mente aclamadas películas: El Señor de los Anillos y las trilogías del Hobbit, o quizás el pájaro nacional y símbolo, el kiwi, un apodo también aplicado a un neozelandés nativo.

Los turistas pueden aprender que el país tiene tres idiomas nacionales: inglés, lengua de señas de Nueva Zelanda y maorí, el idioma de la población indígena del país.

Tal vez abarquen la diversa geografía de la nación isleña, con espectaculares cumbres montañosas que incluyen la cordillera conocida como los Alpes del Sur a lo largo de la mitad occidental del país y 9,300 millas de costa que ofrecen una gran variedad de actividades al aire libre.

El turismo es una de las industrias más grandes de la nación y atrae un número de visitantes equivalente a casi tres cuartas partes de la población del país: unos 3.5 millones de turistas visitaron el país de solo 4.7 millones de personas en 2017.

El turismo, sin embargo, no es la industria más importante de Nueva Zelanda. Más bien, ese honor pertenece a la agricultura, y cuando se trata de horticultura, la fruta es el rey.

En 2016, los kiwis representaron $1.67 mil millones de dólares en exportaciones agrícolas, seguidos por el vino ($1.56 mil millones) y las manzanas ($692 millones), según Plant and Food Research, un instituto de investigación agrícola de Nueva Zelanda.

Las exportaciones de manzanas crecieron un 23 por ciento ese año, por lo que no sorprende que Nueva Zelanda haya sido la nación anfitriona de la Asociación Internacional de Árboles Frutales en febrero y marzo.

La fruta más reconocida de Nueva Zelanda, el kiwi, crece en el huerto Waima Orchard en la Bahía de Hawke en febrero de 2018.(TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

El país también se ha convertido en sinónimo de nuevas variedades, entre ellas Royal Gala, Braeburn, Jazz y Envy, y está expandiendo su pequeña presencia en el mercado de exportación asiático.

“Obviamente, Nueva Zelanda ofrece mucho más que el cultivo de manzanas”, afirmó Craig Hornblow, un asesor hortícola de la red AgFirst en el área de Nelson en la Isla Sur. “Lo que encontrará en Nueva Zelanda es que Nueva Zelanda tiene un poco de todo, y uno está a solo dos horas de todo ello”.

En comparación, una persona puede conducir seis horas solo para cruzar de un lado al otro de la cuenca del Columbia en el estado de Washington.

“Eso es muy importante. Estamos todos tan cerca y somos tan pequeños, tan costeros”, afirmó. “Cuando uno está a poca distancia, es casi como si estos grupos de personas que tienen sus propios sistemas de huertos y sus propios grupos de café —es como su cultura en cada región, todo tiene su propio sello y todos son diferentes”.

Craig Hornblow, a la derecha, observa un bloque de manzanas Royal Gala programado para ser cosechado al día siguiente en Hoddy’s Orchard en el área de Nelson en febrero de 2018. Royal Gala es una de las variedades más populares de Nueva Zelanda. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

Instantáneas de Nueva Zelanda

Cinco áreas clave de cultivo constituyen la mayor parte de la superficie plantada con manzanos en Nueva Zelanda, y se encuentran intercaladas entre valles y verdes y onduladas colinas de ovejas y vacas:

La Bahía de Hawke se encuentra en la Isla Norte y lleva la delantera con 5,115 hectáreas (1 hectárea es un poco menos de 2.5 acres), lo que representa alrededor del 60 por ciento del sector.

Con suelos muy profundos, aluviales y fértiles, con alta intensidad de luz, larga temporada de cultivo y abundante agua, es un lugar más fácil que otros para cultivar con éxito.

¿El inconveniente? “Demasiado vigor”, indicó Paul Paynter, miembro de la quinta generación de agricultores de su familia que, junto con su padre, John, cultiva y envasa manzanas y fruta de hueso bajo la marca Yummy.

“Es una temporada de cultivo larga, y tienes todo este nitrógeno que no puedes eliminar”. Dejas que las ramas laterales crezcan, crecen a 5 pies y entonces tienes 3 pies de madera ciega. El exceso de vigor es algo contra lo que realmente estamos batallando”.

La región de Tasman-Nelson en el extremo norte de la Isla Sur representa entre un cuarto y un tercio de la industria.

Presenta el clima más templado de las zonas de cultivo de Nueva Zelanda; mirando hacia el norte, el área de Nelson recoge más humedad, a menudo más de 40 pulgadas al año, pero cuando llegan las lluvias no son necesariamente tan uniformes como solían ser.

(Hornblower notó el húmedo invierno de la zona en agosto y septiembre, seguido de la ausencia de lluvia desde octubre hasta principios de enero, así como las restricciones de agua impuestas. Luego, cayeron unas 18 pulgadas de lluvia en los siguientes dos meses. “¿Qué es lo habitual? Esa no es una palabra que usamos en torno al clima de aquí hoy en día”, afirmó.)

Los suelos, mientras tanto, van desde lechos de ríos pedregosos y sedimentos pesados a viejos suelos de morrena y colinas de arcilla, creando condiciones de cultivo muy variables.

Central Otago es una región agrícola de larga tradición en el sureste de la Isla Sur de Nueva Zelanda, muy conocida por sus cerezas, manzanas y uvas de vino, con valles estrechos y grandes colinas secas, flanqueadas por montañas cubiertas de nieve. Esta región tiene mayor probabilidad de experimentar inviernos congelados y heladas en la primavera, así como veranos calurosos, sin embargo, ha visto una oleada de nuevas plantaciones en los últimos años.

Matt Moser, un asistente a la gira de estudios IFTA de 2018 observa un bloque joven de manzanas Honeycrisp en el área de Timaru en febrero de 2018. Se eligió la región para cultivar la variedad debido a su clima favorable para la fruta. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

Canterbury (incluyendo Timaru), al sur de la ciudad de Christchurch en la Isla Sur es otra antigua región agrícola, conocida por su ganado y cultivos en hileras, es un área propicia para la expansión de árboles frutales, con un excelente suministro de agua, suelos fértiles y puerto cercano, según el viverista Andrew McGrath.

“Tenemos los ingredientes correctos”, afirmó. “Creemos que la industria de la fruta va a crecer en esta área. Y además de eso, hemos descubierto que Honeycrisp crece especialmente bien allí”. (Ver Honeycrisp en Timaru en la página XX).

Muchos creen que el cultivo de fruta en Nueva Zelanda será desplazado hacia al sur durante los próximos 50 a 100 años gracias al cambio climático, informó, añadiendo que “creemos que Timaru es una buena apuesta”. En cambio, la falta de infraestructura en la actualidad plantea un desafío, con fruta envasada en el extremo norte del país.

Waikato y Gisborne, más cerca de Auckland, el centro de población más grande, completan las principales regiones productoras del país.

En general, la superficie total de manzanas plantadas en Nueva Zelanda ha disminuido un 4 por ciento desde 2007, ya que más productores recurrieron a las uvas y, más recientemente, al kiwi, pero las nuevas variedades en sistemas altamente uniformes son cada vez más la norma para nuevas plantaciones, como ocurre en las principales regiones de cultivo de manzanas del mundo.

Variedades y exportaciones

La mayor parte de la cosecha de manzana y pera de Nueva Zelanda se envía fuera del país a través de varios puertos en las Islas Norte y Sur, como el puerto de Lyttelton de Christchurch en la Isla Sur en febrero de 2018. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

Dado que la proporción de ovejas y personas en Nueva Zelanda es de 6 a 1, los productores agrícolas tienen la tarea de encontrar mercados de exportación para todo lo que producen —alrededor del 90 por ciento de las manzanas cultivadas allí se exportan— y el país está al otro lado del planeta en relación con la mayoría de los países.

Eso significa cultivar manzanas que la gente quiere en los mercados de exportación y, para Nueva Zelanda, ha tenido como resultado una inversión significativa en el desarrollo de nuevas variedades en las últimas tres décadas.

Gala. Braeburn. Royal Gala. Envy. Jazz. “The Pacific Series”.

Con el tiempo, las nuevas variedades han reemplazado a las variedades más antiguas, como Red Delicious, y los productores se centran en producir fruta de primera categoría para el mercado de exportación premium.

Los mercados asiáticos son los objetivos de más rápido crecimiento, y mantener el acceso al mercado es clave para el éxito global de los productores, lo que convierte a los problemas fitosanitarios en una de las principales preocupaciones.

Un ejemplo de cómo algunos productores de Nueva Zelanda comercializan sus variedades. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

Producir fruta de alta calidad, con marca premium y una estrategia de marketing sólida es primordial para los productores que dependen de las exportaciones a un mercado premium.

“Todas esas cosas deben ser parte de nuestra imagen y nuestra reputación. Nuestros mercados están muy lejos”, explicó Hornblow. “El nuevo mercado de variedades y la mejora genética nos distingue de la competencia. Afortunadamente, la gente ve a Nueva Zelanda y piensa: ‘Oigan, estos tipos sí pueden hacer esto’, gracias a nuestra historia”.

Kia ora

Utilizado a menudo como saludo informal en Nueva Zelanda, kia ora es una frase maorí que se traduce libremente como “estar bien y feliz” o “vida y salud”. De modo que, kia ora, mientras lees algunos datos sobre el país.

—Nueva Zelanda es una nación insular que comprende dos islas principales y alrededor de 600 islas más pequeñas en el suroeste del Océano Pacífico, a unas 900 millas al este de Australia a través del Mar de Tasmania.

—Conocido por su variada topografía creada por el levantamiento tectónico de la tierra y las erupciones volcánicas, el país abarca desde playas costeras y llanuras agrícolas hasta picos montañosos. Su área total cubre alrededor de 103,000 millas cuadradas, un poco más pequeña que el estado de Colorado en los Estados Unidos.

—La población total de Nueva Zelanda es de solo 4.7 millones de personas, en comparación con los 7.3 millones del estado de Washington. La ciudad más poblada es Auckland, mientras que la capital es la ciudad de Wellington.

—La montaña más alta de Nueva Zelanda es el monte Cook, de 3,724 metros (12,218 pies). Por el contrario, el monte Rainier en el estado de Washington tiene una altura de 4,394 metros (14,417 pies).

Hay más de una forma de lograr un objetivo

Karen Lewis habla con el primer grupo de asistentes a la gira de estudio de 2018 en Nueva Zelanda de la Asociación Internacional de Árboles Frutales en el teatro Isaac Theatre Royal en Christchurch en febrero. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

La consultora hortícola de AgFirst, Yvette Jones, ofreció la bienvenida a Nueva Zelanda durante la cena de apertura de IFTA con algunas perlas de sabiduría sobre la cultura del país.

“El alambre número 8 es un calibre británico de alambre de acero que se popularizó como alambre de cercado en las granjas de Nueva Zelanda en el siglo XIX. Poco después, los agricultores comenzaron a usar este alambre como un instrumento poco convencional de su caja de herramientas para todo tipo de fines prácticos.

“Nueva Zelanda realmente está en el medio de la nada”, subrayó. “Nacidos aislados, los kiwis han estado improvisando y adaptando sus limitados recursos para producir soluciones innovadoras. Esta actitud de ‘arreglárselas con lo que hay’ encarna la tradición del ingenio kiwi, en el que los neozelandeses se niegan a verse limitados por escasos recursos y experiencia, y creen en su capacidad para resolver problemas y objetivos que desafían el orden establecido.

“La mentalidad de ‘alambre número 8’ está por todas partes en las industrias primarias de Nueva Zelanda”, señaló, citando la instalación de investigación de plantas y mejora vegetal financiada por la población del país y la revitalización de la industria de los frutales de pepita de Nueva Zelanda. “Estas historias innovadoras son los cimientos del éxito de nuestro país”.

La tierra de la larga nube blanca.

La gira de estudios de la Asociación Internacional de Árboles Frutales en Nueva Zelanda en 2018 visita el pico Te Mata en febrero, con vistas a muchos de los viñedos y explotaciones de árboles frutales de la Bahía de Hawke. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

La consultora hortícola de AgFirst, Yvette Jones, fue la persona responsable de ofrecer la bienvenida a Nueva Zelanda durante la cena inaugural de IFTA, la cual incluyó un poco de historia sobre la población indígena conocida como los maoríes, que llaman a Nueva Zelanda Aotearoa o “la tierra de la larga nube blanca”.

He aquí un fragmento de su discurso:

“Māui, un semidiós polinesio, soñaba con el día en que pudiese impresionar a sus hermanos pescando. En secreto, Māui tramó un plan para demostrar que era un gran pescador. Una noche, cuando Māui estaba solo, comenzó a tejer un fuerte sedal con lino. Mientras tejía, recitó una vieja karakia, u oración, para darle fuerza a su sedal. Cuando terminó, Māui cogió una mandíbula de ballena que su antepasado le había dado, y la ató de forma segura al sedal. Temprano a la mañana siguiente, Māui cogió su sedal y se escondió en la canoa de su hermano mientras pescaban.

Māui salió y se paró en la parte delantera de la canoa y lanzó su sedal al mar; este se hundió profundamente en el fondo del océano, en las profundidades del dominio de Tangaroa, el dios del océano. Al instante algo se enganchó en el anzuelo. Māui se aferró a su sedal y lentamente sacó un pez gigante a la superficie.

Cuando Māui regresó para contarle a su gente sobre el logro, sus hermanos comenzaron a trocear ansiosamente el enorme pez, reclamando grandes piezas como si fueran suyas. Cuando Maui y su gente regresaron, vieron cuán codiciosos habían sido los hermanos. Eran tan codiciosos que habían cortado grandes barrancos y montañas de la carne del pez.

Durante muchos cientos de miles de años, estos barrancos y montañas se convirtieron en parte del paisaje de Aotearoa tal como lo conocemos hoy en día. Las aves, las plantas, los animales y las personas de las islas poblaron el pez gigante de Māui. Y con el tiempo, el pez gigante de Māui se hizo conocido como la Isla Norte de Aotearoa, y la canoa de Māui como la Isla Sur.