De izquierda a derecha, el asistente de investigación Andrew Jones, la estudiante de doctorado Jenna Walters y el profesor de entomología Rufus Isaacs estudian los arbustos de arándanos Bluecrop en la huerta de investigación entomológica de la Universidad Estatal de Michigan en East Lansing. Isaacs dirige un proyecto a nivel nacional que busca modernizar las prácticas de polinización de los arándanos. (Cortesía de Jenna Walters/Universidad Estatal de Michigan)
De izquierda a derecha, el asistente de investigación Andrew Jones, la estudiante de doctorado Jenna Walters y el profesor de entomología Rufus Isaacs estudian los arbustos de arándanos Bluecrop en la huerta de investigación entomológica de la Universidad Estatal de Michigan en East Lansing. Isaacs dirige un proyecto a nivel nacional que busca modernizar las prácticas de polinización de los arándanos. (Cortesía de Jenna Walters/Universidad Estatal de Michigan)

Las plantaciones de arándanos en Estados Unidos aumentaron en la última década, ya que los productores plantaron nuevas variedades en nuevas regiones y con mayor densidad. Sin embargo, las prácticas de polinización de los arándanos no han seguido el ritmo, por lo que los productores se ven obligados a confiar en las recomendaciones basadas en las variedades más antiguas cultivadas con menor densidad en las regiones de cultivo más tradicionales.

Según Rufus Isaacs, profesor de entomología de la Universidad Estatal de Míchigan (MSU), quien dirige un nuevo proyecto de cuatro años de duración, el sector necesita recomendaciones de polinización actualizadas que se adapten a cualquier variedad y a cualquier clima, y que sean accesibles a los productores con solo pulsar el botón de un teléfono inteligente. Con una subvención de 2 millones de dólares de la Iniciativa de Investigación de Cultivos Especiales del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, el proyecto de polinización de arándanos incluye a investigadores de la MSU, la Universidad Estatal de Washington, la Universidad Estatal de Oregón (OSU) y la Universidad de Florida.

El rendimiento por hectárea está aumentando. Hay más flores en los campos durante la floración, muchas de ellas son nuevos cultivares con necesidades inciertas de polinización. La densidad de población (el número de colmenas por hectárea) para los nuevos cultivares, así como para los cultivares más tradicionales que se producen en nuevas regiones, debe ser reevaluada, señaló Isaacs.

Mientras tanto, hay menos colonias de abejas melíferas asilvestradas y abejas silvestres que antes, lo que hace que los productores dependan más de los polinizadores gestionados.

Una vez actualizadas las recomendaciones de polinización, el equipo de investigación creará una guía para la toma de decisiones, la cual denominan un planificador de polinización, dirigida a los productores. Cuando el proyecto concluya, los productores podrán acceder a un planificador de polinización en línea desde la red meteorológica de su estado (como Enviroweather en Míchigan y AgWeatherNet en Washington) y utilizar el planificador para adaptar las recomendaciones de polinización a sus propias huertas, cultivares y condiciones meteorológicas, explicó Isaacs.

Existen herramientas de apoyo similares para la toma de decisiones para las manzanas, pero el planificador de polinización es un nuevo concepto para los arándanos, señaló Lisa Wasko DeVetter, profesora asociada de la WSU y codirectora del proyecto.

“El arándano, como cultivo, ha sido desatendido en términos de la investigación sobre la polinización”, agregó.

El equipo de investigación de la profesora adjunta de la Universidad de Florida Rachel Mallinger abre las colmenas de abejas melíferas para contar los grupos de abejas como parte de su investigación sobre la polinización de los arándanos. El recuento de los grupos de abejas es una forma de medir la calidad de la colmena. (Cortesía de Rachel Mallinger/Universidad de Florida)
El equipo de investigación de la profesora adjunta de la Universidad de Florida Rachel Mallinger abre las colmenas de abejas melíferas para contar los grupos de abejas como parte de su investigación sobre la polinización de los arándanos. El recuento de los grupos de abejas es una forma de medir la calidad de la colmena. (Cortesía de Rachel Mallinger/Universidad de Florida)

Bayas sureñas

El trabajo de campo ya estaba en marcha a principios de febrero, que es la época de floración en el estado de Florida. La profesora adjunta de la Universidad de Florida y ecologista de polinizadores Rachel Mallinger y su equipo de investigación estudian la densidad de población de las colmenas de abejas melíferas en los campos de arándanos highbush de la región sur. Realizaron estudios en 12 huertas: la mitad con el número habitual de colmenas en la región (de 7 a 10 colmenas por hectárea o 3 o 4 colmenas por acre) y la otra mitad con entre 15 y 25 colmenas por hectárea (6 y 10 colmenas por acre).

En cada huerta, recorrieron cuatro filas de arbustos de arándanos, de tipo Emerald o Jewel, a un ritmo lento y constante, contando cada abeja que veían en una flor. (También llevaron la cuenta de los abejorros y otros polinizadores). Luego recorrieron las mismas filas por segunda vez, contando el número de flores en las ramas marcadas. Después de la cosecha, calcularán el cuajado final de los frutos y el peso de las bayas en esas ramas para medir lo bien que fueron polinizadas, informó Mallinger.

Los investigadores también grabaron vídeos de un minuto de duración de las entradas de las colmenas marcadas para registrar la actividad de la colonia. Al principio y al final de la floración, abrieron las colmenas para contar los grupos de abejas, una medida de la calidad de la colmena, añadió.

El equipo de Mallinger pretende averiguar por qué algunos cultivares de arándanos son más atractivos para las abejas que otros, lo que podría tener implicaciones para la mejora genética.

Joshua Botti-Anderson, que cursa un máster en la Universidad de Florida, registra las variables meteorológicas en un campo de arándanos de Florida antes de que el equipo de investigación de Rachel Mallinger inicie las observaciones de las abejas para un proyecto nacional que estudia las prácticas de polinización del arándano. (Cortesía de Rachel Mallinger/Universidad de Florida)
Joshua Botti-Anderson, que cursa un máster en la Universidad de Florida, registra las variables meteorológicas en un campo de arándanos de Florida antes de que el equipo de investigación de Rachel Mallinger inicie las observaciones de las abejas para un proyecto nacional que estudia las prácticas de polinización del arándano. (Cortesía de Rachel Mallinger/Universidad de Florida)

Una de las empresas que colaboran con Mallinger es Lyna Berry Farms, que cultiva unas 10 hectáreas (24 acres) de arándanos frescos en dos localidades cercanas a Tampa, Florida. La huerta alquila colmenas de abejas melíferas durante la floración, y las abastece a razón de unas 8.6 por hectárea (3.5 por acre). Colocan las abejas a mediados de enero y las mantienen cerca de los campos entre seis y ocho semanas, informó la propietaria Susan Weicherding.

Weicherding ha aprendido por experiencia que la calidad de las colmenas marca una gran diferencia cuando se trata de la polinización. Pero no es una experta en abejas, y saber con exactitud cuándo traerlas y cuántas alquilar puede ser un reto.

Espera que el trabajo de Mallinger les permita a ella y a otros productores comprender mejor el comportamiento a veces misterioso de las abejas. Hace unos años, las abejas abandonaron su huerta. Se sintieron atraídas por algo más —nunca supo qué— y no polinizaron casi la mitad de sus arbustos, lo que provocó un escaso cuajado de frutos y una cosecha pequeña. Lo mismo ocurrió con otras huertas de Florida ese año. “Fue una pesadilla”, afirmó Weicherding.

Un planificador de polinización sería una verdadera ventaja. La ayuda para decidir, por ejemplo, cuántas colmenas utilizar, a qué distancia colocarlas y cuándo evitar la aspersión le ahorraría muchos dolores de cabeza, explicó. Además, también sería bueno para su bolsillo.

Bayas de la región Noroeste del Pacífico

Ningún estado productor de arándanos está creciendo más rápido que Washington y Oregón, donde DeVetter colabora con el profesor adjunto de la OSU Andony Melathopoulos para actualizar las prácticas de polinización regionales. DeVetter tiene su sede en Mount Vernon, al norte de Seattle, una región de producción intensiva de arándanos que necesita recomendaciones de polinización a la medida.

Melathopoulos señaló que los productores de arándanos de Oregón están retirando los cultivares más antiguos y plantando los más nuevos, pero no está claro cómo estos cambios afectarán sus necesidades de polinización.

Ambos investigadores estudian la densidad de población y la ubicación de las colmenas y cómo afectan al éxito general de la polinización. Quieren determinar dónde y con qué intensidad deben agruparse las colmenas cerca de los campos y evaluar el impacto de la ubicación de las colmenas en la exposición a los plaguicidas, explicó DeVetter.

También estudiarán los factores ambientales. ¿Cómo afectan las variables meteorológicas a la progresión de la floración? ¿Qué impacto tienen en los propios polinizadores? ¿Cómo influye la temperatura en la eficacia de la polinización y cómo se puede gestionar?

Además, está la pregunta de qué papel juega la fuerza de la colmena, o la calidad de la colmena, en el éxito de la polinización de los arándanos. Los productores pueden utilizar nuevas herramientas para evaluar de forma rápida y no invasiva si una colmena es lo suficientemente fuerte como para cumplir las normas de polinización, pero esas herramientas requieren más estudio.

“Es algo que estamos empezando a explorar”, declaró Isaacs. “La mayoría de los productores de arándanos no quieren abrir colmenas de abejas. La mayoría de los apicultores tampoco quieren que lo hagan”.

por Matt Milkovich