En los viñedos de Washington, los ácaros generalmente se consideran una historia de éxito del control biológico. Desde que los productores redujeron los pesticidas de amplio espectro hace más de una década, las poblaciones de ácaros depredadores han crecido lo suficiente para mantener en gran parte bajo control a los ácaros de plagas comunes, tales como la araña roja con dos manchas.

“No estamos causando los problemas que estábamos causando hace 18 o 19 años”, afirmó el entomólogo David James de la Universidad Estatal de Washington, quien presentó los resultados de los estudios en curso sobre los ácaros al Comité Asesor de Investigación de la Comisión del Vino del estado de Washington en enero.

Estos demuestran que, en la actualidad, los viñedos del estado tienen una mayor diversidad de ácaros, y en gran parte, eso es bueno.

“Nuestro sistema de vides ahora tiene más plagas potenciales, pero los depredadores las están controlando bien”, aseguró James. “Lo que ahora estamos haciendo en la agricultura es intentar conseguir un ecosistema equilibrado, y cuanto más nos acerquemos a un ecosistema equilibrado, menos problemas tendremos”.

Eso significa que los productores que buscan plagas pueden encontrar cosas nuevas, como los ácaros de la erinosis, los cuales producen daños característicos en las hojas pero que rara vez causan impactos económicos, o arañas rojas que son más comunes en California y se han encontrado recientemente en los viñedos de Washington.

“Hay mucho que revisar y monitorear en esta cartera diversificada de plagas, pero todas están en niveles bajos”, afirmó James, quien agregó que los productores deben continuar monitoreando los ácaros porque todavía hay brotes, sobre todo si los productores han utilizado ciertos pesticidas que pueden alterar el equilibrio de los depredadores autóctonos. “Tienen el potencial de ser un problema grave”.

Sin embargo, el verano pasado, por primera vez en mucho tiempo, varios productores de uva en el este de Washington enfrentaron daños significativos por ácaros que ellos relacionaron con las condiciones climáticas, no con problemas de los pesticidas.

“No he tenido que controlar los ácaros por años”, declaró el productor Dick Boushey. Sin embargo, informó que tuvo que rociar los viñedos tanto en el Valle de Yakima como en la región de Red Mountain a finales de la temporada pasada. “Realmente nos oponemos a la fumigación de los ácaros porque no es selectiva y mata a los ácaros depredadores, además de ser cara, pero esto fue una especie de advertencia”.

Los ácaros problemáticos en los viñedos de Boushey pudieron haber sido arañas rojas del Pacífico, las que son relativamente nuevas en los viñedos de Washington pero son una plaga común en California, o las arañas rojas de McDaniel que son originarias de Washington y son tan parecidas que incluso los entomólogos como James tienen que enviar muestras a expertos en identificación de ácaros que pueden detectar diferencias en los diminutos genitales de los insectos con el uso de potentes microscopios.

El estudio de James no capturó el auge de ácaros en los viñedos de Boushey debido a que su muestreo finalizó a mediados de verano debido a que la población de la plaga normalmente disminuye rápidamente a finales de agosto y septiembre.

“Los ácaros siempre consiguen desaparecer antes de la cosecha”, afirmó. El estudio encontró estos determinados ácaros en el 19 por ciento de los viñedos, pero rara vez en niveles de infección suficientemente significativos para causar daños. Se encontraron ácaros depredadores importantes para el control biológico en cerca de dos terceras partes de los viñedos.

Boushey explicó que el problema en su viñedo realmente comenzó a finales del verano cuando el clima de la región fue alterado por el humo de los incendios forestales y los depredadores no pudieron mantener el ritmo.

“Creo que el calor y el humo continuo introdujeron a otro grupo” de arañas rojas, declaró, y añadió que el humo creó condiciones húmedas y protegió a los ácaros de la luz solar directa. “Estuvieron presentes en pequeñas cantidades hasta este año, cuando aumentaron de manera exagerada”.

La teoría de que el humo podría haber beneficiado a los ácaros es intrigante, afirmó James. No se ha investigado el tema, pero está bien establecido que a las arañas rojas les gustan las condiciones polvorientas. Las partículas de humo en el aire definitivamente podrían tener un efecto similar.

Rick Hamman, viticultor de Hogue Ranches, declaró que también observó el aumento de arañas rojas McDaniel o del Pacífico en agosto durante las condiciones de humo y al final tuvo que rociar los bloques de Pinot Gris y de Riesling, algo que no había tenido que hacer antes. Las arañas rojas “han estado bastante tranquilas, pero no han sido eliminadas” en los últimos años, informó.

El reto es que la mayoría de los acaricidas tienen un intervalo de al menos dos semanas previo a la cosecha y, en este caso, la presión se acumula justo antes de la cosecha, lo que complica el tiempo de recolección”.

“No son difíciles de controlar, solo hay que darles seguimiento, aseguró Hamman. Por lo general, es a finales del verano cuando ha estado polvoriento y ha hecho calor. Si sus depredadores no se acumulan lo suficiente para mantener sus niveles, muy pronto estallará el problema”.

Muchos acaricidas también destruyen a los ácaros depredadores que brindan control biológico en condiciones normales, por lo que los productores que los usaron el verano pasado deberían estar más vigilantes esta próxima temporada, explicó James. Si los ácaros son una preocupación, también es importante evitar el imidacloprid para otras plagas, ya que se ha demostrado que estimula la reproducción de la araña roja.

Hamman indicó que él trata de utilizar sustancias químicas que no maten a los depredadores siempre que sea posible, y que las prácticas culturales como mantener la copa abierta y saludable y realizar un buen control del polvo también pueden ayudar a reducir las poblaciones de araña roja.

Queda por verse si el estallido de los ácaros la temporada pasada fue solo una coincidencia o una señal de que las condiciones de calor y de humo al final de la temporada pueden estar cambiando el comportamiento de las plagas.

James informó que está planeando realizar más estudios posteriormente en la temporada de este año, especialmente si las condiciones son similares a las del año pasado y a los productores les interesarían. Su investigación está financiada por la comisión, en la cual Hamman preside el Comité Asesor de Investigación.

“Hasta este año pensábamos que lo único que les molestaba a los ácaros eran los pesticidas que alteraban el equilibrio de los depredadores, así que el clima es una nueva consideración”, declaró James. “La buena noticia es que los ácaros no son realmente el problema que solían ser, pero el cambio del clima y el cambio del complejo de especies podría cambiar la situación, así que es bueno que estemos observando la situación para identificar posibles problemas en el futuro”.