En 2016, Elizabeth Wittenbach, calculó  la carga frutal de árboles de manzana Gala de manera tan precisa, que su huerta terminó toda la temporada sin raleo manual. En vez de eso, ésta familia experta solo aplica un poco  de raleo químico selectivo, que  es mucho más económico.

Wittenbach, quien constituye la quinta generación de Wittenbach Orchards en Belding Michigan, es uno de los muchos agricultores que están adoptando un modelo de gestión de carga frutal de precisión, que pretende orientar el raleo químico midiendo el avance del crecimiento de la fruta después de la floración.

“Con suerte, nunca tendremos la necesidad de llevar a cabo raleo manual en el futuro,” afirmó. Wittenbach explicó el  uso del modelo durante el tour de verano de la Asociación de Árboles Frutales (IFTA) en julio.

Funciona de la siguiente manera:

Wittenbach usa un calibrador para medir cuidadosamente el tamaño de los frutos jóvenes, comenzando aproximadamente una semana después de la floración completa e introduce la información en una hoja de cálculo en su tableta portátil. Marca con puntos los frutos usando  un marcador de tinta permanente y regresa cada tres o cuatro días para monitorear el crecimiento. Al introducir los datos, el modelo calculará cuánta fruta ha sido polinizada.

Si las cosas continúan según lo planeado, la familia usará esa información para rociar productos químicos de raleo selectivo, para inducir la polinización de una cantidad de fruta adecuada, en base a una carga frutal específica — para mejorar el raleo, dijo Wittenbach, usando palabras de su padre, Mike, quien administra la mayor parte de las operaciones agrícolas.

En 2017, las cosas no fueron del todo según lo previsto. La región sufrió una dura helada en mayo que, combinada con un tiempo frío durante todo el periodo de floración, provocó que los agricultores retrasaran el raleo químico hasta que se pudiera evaluar el daño un poco más tarde en la temporada. Los Wittenbach todavía realizaron raleo manual ese año.

El año anterior la historia fue diferente. En el 2016, Wittenbach tenía toda la razón al decidir que la familia tenía que realizar un raleo manual ligero de sus Galas, estimando un ahorro de cerca de $40,000 en mano de obra.

Mike Wittenbach señaló que el raleo químico cuesta aproximadamente $100 dólares por acre, mientras el costo del raleo manual es de $800 y $1,500 por acre.

Wittenbach normalmente emplea el modelo en manzanas de las variedades Gala y Fuji, cultivos que son difíciles de ralear, así como también con Honeycrisp y SweeTango. Ella recomienda el uso del modelo a los productores que prefieren hacer múltiples aplicaciones tempranas. Para los productores que prefieren hacer una sola aplicación o aplicaciones tardías, recomienda no perder el tiempo usando el modelo.

Por el momento, el concepto para el modelo es nuevo.

Duane Green de University of Massachusetts y Terrence Robinson de Cornell University determinaron años atrás que los frutos jóvenes crecen más rápido que el 50 por ciento  del índice de crecimiento más rápido y son polinizados. Aquellos que crecen más lento producirán abscisión y caerán.

Esto ha demostrado ser extraordinariamente preciso durante más o menos los últimos ocho años, dijo Phil Schwallier, horticultor de Michigan State University Extension. Él y Green probaron éste método en Michigan y comenzaron a promoverlo entre los productores de la zona. Muchos productores lo usan actualmente, sin embargo, los Wittenbach fueron de los primeros productores que adoptaron éste método.

Advierte Schwallier a los agricultores que se sigan a las instrucciones y midan los frutos jóvenes de 15 racimos en cinco árboles por bloque para un total de 75 racimos y 375 puntos de datos. Él ha escuchado que algunos productores reducen el tamaño de la muestra, lo que podría llevar a un excesivo o insuficiente raleo en años como 2017, “cuando la madre naturaleza te da una desagradable sorpresa.”

Mientras tanto, investigadores en otros lugares del país están trabajando en el uso de imágenes por computadora para medir el tamaño de los frutos jóvenes, lo cual podría conducir a un método que permitiría a los agricultores calcular tamaños de muestra todavía mayores, con menos trabajo y proporcionar así predicciones más certeras.