Sam Parker, de Cashmere, Washington, aplica arcilla de caolín a un bloque de peras en marzo para disuadir a los psílidos adultos de que aterricen en los árboles y pongan huevos en las yemas. Las aplicaciones son un ejemplo de cómo los productores de peras convencionales del valle de Wenatchee están implementando una serie de estrategias de control integrado de plagas que incluyen el tejido reflectante en las filas que se muestran en esta foto. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)
Sam Parker, de Cashmere, Washington, aplica arcilla de caolín a un bloque de peras en marzo para disuadir a los psílidos adultos de que aterricen en los árboles y pongan huevos en las yemas. Las aplicaciones son un ejemplo de cómo los productores de peras convencionales del valle de Wenatchee están implementando una serie de estrategias de control integrado de plagas que incluyen el tejido reflectante en las filas que se muestran en esta foto. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

Los huertos de peras del valle de Wenatchee, en Washington, se ven bastante “limpios” en estos días. Así es como muchos productores y representantes de campo describen la reciente baja presión de las plagas, en concreto la del psílido.

Algunos de ellos sospechan que los esfuerzos de control integrado de plagas, o CIP, derivados de los proyectos de investigación de los últimos cuatro años están empezando a dar sus frutos. En la actualidad, los productores de manera habitual toman medidas como la aplicación de arcilla de caolín y el lavado con aspersores elevados. De momento, les gusta lo que ven.

“El año pasado fue un verdadero éxito”, afirmó Josh Hill, un productor de Dryden. A finales de julio declaró que este año también se ve muy bien.

El psílido del peral es una plaga importante y destructiva para la industria del peral de Washington, ya que daña la fruta con mielada, un subproducto pegajoso que provoca cicatrices y rayas rojizas y manchas en la fruta. Desde 2017, el entomólogo de la Universidad Estatal de Washington Louis Nottingham y un equipo de colegas en Wenatchee han estado explorando estrategias de CIP para mantener el psílido a raya.

Una yema cubierta de caolín no es atractiva para los psílidos; de lo contrario, los insectos intentarían poner sus huevos en la base de la yema o en el tejido verde que apenas brota de las escamas. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)
Una yema cubierta de caolín no es atractiva para los psílidos; de lo contrario, los insectos intentarían poner sus huevos en la base de la yema o en el tejido verde que apenas brota de las escamas. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

La investigación continúa, pero Nottingham y su equipo se han decantado por un régimen sugerido para reducir el uso de plaguicidas a los que el psílido ha ido creando resistencia: arcilla de caolín, mantillo reflectante, fomento de depredadores y lavado con aspersores elevados.

Todos estos métodos se ponen a prueba a principios de agosto, junto con la fe de los productores. Para entonces, la tercera generación de psílidos adultos ha comenzado a emerger, pero también los depredadores, si los productores han jugado bien sus cartas hasta ese momento. Es fácil decirlo, pero es una tortura confiar.

“Estamos pidiendo a la gente que crea que estos depredadores van a aparecer, y eso es un acto de fe”, aseguró Nottingham.

Según Nottingham, el modo de operación tradicional consistía en que los productores fumigaran hasta el momento de la cosecha con la esperanza de mantener alejada a la tercera generación el tiempo suficiente. Sin embargo, si no lo conseguían, la población de los psílidos explotaba y arruinaba sus frutos. Para entonces, los árboles estaban tan frondosos que las aspersiones eran menos eficaces, los productores ya habían probado todos sus modos de acción y los intervalos previos a la cosecha se interponían en su camino. Incluso si los productores llegaban a la cosecha, aumentaban aún más el problema para el año siguiente al matar a todos los insectos beneficiosos con las aspersiones adicionales.

El enfoque alternativo del CIP funciona en Hood River, Oregón, y en el norte de California, donde los investigadores a veces tienen problemas incluso para encontrar psílidos para los bioensayos, indicó Nottingham.

“No es una teoría”, aseguró Nottingham. “Ha sido demostrado”.

Mientras tanto, la investigación continúa.

El laboratorio de Nottingham está estudiando cómo reaccionan los distintos depredadores a las diferentes sustancias químicas. Tianna DuPont, especialista en extensión hortícola de la WSU, está estudiando los umbrales de las plagas. Un estudiante de doctorado de la WSU en Pullman está investigando la interrupción del apareamiento por vibración. Los investigadores del Departamento de Agricultura de Estados Unidos en Wapato están identificando atrayentes tanto para las plagas como para los depredadores, además de estudiar las tasas, los métodos y otras mejores prácticas para la liberación de enemigos naturales.

Fe en los depredadores

Hasta ahora, los productores del valle de Wenatchee parecen confiar en el CIP, al menos en cierta medida, según las encuestas realizadas por DuPont. Llama a estos métodos CIP de base biológica porque las estrategias están diseñadas para potenciar los controles biológicos, como los depredadores, y utilizar controles químicos y culturales selectivos.

“La verdad es que estoy bastante animada por la adopción de prácticas de CIP”, manifestó DuPont.

Un total del 94 % de los productores y consultores encuestados informaron de que utilizaban al menos una práctica de control integrado de plagas de base biológica, con un impacto de más de 4,000 hectáreas (11,000 acres), según sus encuestas.

Mientras los productores implementan el control integrado de plagas, los investigadores de la Universidad Estatal de Washington (WSU) y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos siguen buscando herramientas adicionales como la liberación de depredadores como las tijeretas, que se muestran aquí en el Centro de Investigación y Extensión de Frutas de Árbol de la WSU, donde el entomólogo Louis Nottingham y su equipo miden los efectos de los plaguicidas sobre los enemigos naturales. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)
Mientras los productores implementan el control integrado de plagas, los investigadores de la Universidad Estatal de Washington (WSU) y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos siguen buscando herramientas adicionales como la liberación de depredadores como las tijeretas, que se muestran aquí en el Centro de Investigación y Extensión de Frutas de Árbol de la WSU, donde el entomólogo Louis Nottingham y su equipo miden los efectos de los plaguicidas sobre los enemigos naturales. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

Mientras tanto, sus estudios demostraron que las poblaciones de enemigos naturales en las parcelas de CIP biológico se asemejaban más a las parcelas orgánicas que a las parcelas convencionales, y que los tratamientos de bio-CIP mantenían los niveles de psílidos y mielada bajos hacia el final de la temporada. Además, los ensayos de lavado con aspersores elevados redujeron la mielada y el marcado de los frutos en los bloques de prueba en los que la presión del psílido había causado una pegajosidad notable.

Ray Schmitten, horticultor y director de servicios agrícolas de Blue Star Growers, es un creyente.
“Este año, el control de la plaga del psílido del peral va bien, es uno de los mejores que he visto en la zona”, afirmó. De hecho, muchos productores no necesitaron poner en marcha el lavado con aspersores elevados a mediados de julio, porque los huertos estaban muy limpios.

Los productores han sido precisos con el momento de la aspersión y han dejado que las poblaciones se desarrollen un poco para ver dónde están los puntos calientes. Coincide en que es difícil.

“Para nosotros, los productores, es difícil llegar al límite en el que nuestros árboles se vuelvan pegajosos hasta que aprendamos algo”, declaró.

Hill, en Dryden, ha estado utilizando el CIP en un bloque de 2.4 hectáreas (6 acres) de peras Anjou y Bartlett, el cual no suele ser uno con sus mejores resultados. El año pasado, por primera vez, vio resultados en ese bloque de CIP que fueron similares a sus bloques convencionales. La presión era baja y las devoluciones de la empacadora eran altos.

“El año pasado fue el primero en el que las cosas encajaron”, afirmó.

Podría haber sido solo suerte, así que en su huerta se invirtió en aspersores elevados para lavado para tener un plan de respaldo.

A finales de junio, un aspersor elevado cerca de Leavenworth, Washington, elimina la mielada, el pegajoso subproducto del psílido que daña la fruta. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)
A finales de junio, un aspersor elevado cerca de Leavenworth, Washington, elimina la mielada, el pegajoso subproducto del psílido que daña la fruta. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

El lavado con aspersores elevados tiene una larga historia.

El lavado de árboles en el valle de Wenatchee era popular en los años 60, cuando los productores instalaban sistemas de aspersión elevados con tuberías galvanizadas, indicó Kameron Miller, un productor del área de Cashmere. Cayeron en desuso varios años después, cuando el PVC se hizo más accesible y los productores se preocuparon más por el fuego bacteriano y por no eliminar sus aspersiones por lavado.

Ahora que las opciones de aspersión son limitadas y tienen una duración de residuos más corta, y que los psílidos han desarrollado resistencia, el lavado está de vuelta. Miller y su hermano gemelo, Kerry, idearon un diseño de ingeniería en la huerta asequible que aprovecha los aspersores bajo el dosel. Varios productores han seguido su ejemplo. Después de tres años de lavado con aspersores elevados, creen que sus fracciones empacadas han aumentado unos 3 puntos porcentuales, y les ahorra una ronda de fumigación al año.

Los aspersores para lavado elevados de los Miller se conectan a los aspersores existentes bajo la copa del árbol a través de dos válvulas y una manguera de goma (5b) y utilizan un gancho conectado a un tubo de PVC vertical (5c) que se monta en una rama del árbol, de modo que el aspersor para lavado quede bien colocado a lo alto (5d) para maximizar su cobertura y evitar los daños causados por el paso de tractores o vehículos todo terreno. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)
Los aspersores para lavado elevados de los Miller se conectan a los aspersores existentes bajo la copa del árbol a través de dos válvulas y una manguera de goma (5b) y utilizan un gancho conectado a un tubo de PVC vertical (5c) que se monta en una rama del árbol, de modo que el aspersor para lavado quede bien colocado a lo alto (5d) para maximizar su cobertura y evitar los daños causados por el paso de tractores o vehículos todo terreno. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

Para evitar el riesgo de fuego bacteriano, la WSU recomienda limitar el lavado con aspersores elevados a una o dos veces por temporada, en específico para eliminar la mielada, y no solo para regar desde arriba.

Otros métodos de CIP también tienen una larga historia.

“Hemos rociado arcilla de caolín desde siempre”, afirmó Miller. Funciona, pero si se aplica demasiado cerca de la cosecha, molesta a los recolectores. El equipo de la WSU no recomienda rociar caolín, otro protector contra las quemaduras solares, cerca de la cosecha.

Los gemelos Kameron, a la izquierda, y Kerry Miller, de Cashmere, no inventaron la idea del lavado con aspersores elevados como método de control del psílido, pero varios colegas les atribuyen haber ideado un sencillo sistema de suministro ampliamente utilizado en el valle de Wenatchee. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)
Los gemelos Kameron, a la izquierda, y Kerry Miller, de Cashmere, no inventaron la idea del lavado con aspersores elevados como método de control del psílido, pero varios colegas les atribuyen haber ideado un sencillo sistema de suministro ampliamente utilizado en el valle de Wenatchee. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

Hoy en día, los productores convencionales no tienen más remedio que adoptar el control integrado de plagas, afirmó Miller. La aspersión no funciona tan bien como antes. Pero los depredadores también son imprevisibles. Por ejemplo, el año pasado las mariquitas pulularon como abejas en su huerto y mantuvieron controladas a las arañas rojas. Este año, no funcionó tanto.

“Si se confía en los depredadores, son lo menos fiable que existe”, aseguró.

Nottingham está de acuerdo. Las poblaciones de depredadores varían de un año a otro. También lo hacen las poblaciones de plagas. Pero las estrategias de CIP no son a prueba de balas, sino que hacen descender la curva de manera gradual, en especial si participa todo el mundo.

“Esos altibajos siguen produciéndose, pero a un nivel mucho más bajo”, afirmó.

Un equipo de investigadores está buscando más respuestas a las preguntas sobre el psílido del peral en el laboratorio de Nottingham, en el Centro de Investigación y Extensión de Frutas de Árbol de la Universidad Estatal de Washington en Wenatchee. Ellos son, de izquierda a derecha: el técnico Kobe Lucas, el investigador postdoctoral Robert Orpet, el investigador postdoctoral Rob Curtiss, la investigadora postdoctoral Katlyn Catron y Nottingham. En la foto no aparece el investigador postdoctoral Chris McCullough. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)
Un equipo de investigadores está buscando más respuestas a las preguntas sobre el psílido del peral en el laboratorio de Nottingham, en el Centro de Investigación y Extensión de Frutas de Árbol de la Universidad Estatal de Washington en Wenatchee. Ellos son, de izquierda a derecha: el técnico Kobe Lucas, el investigador postdoctoral Robert Orpet, el investigador postdoctoral Rob Curtiss, la investigadora postdoctoral Katlyn Catron y Nottingham. En la foto no aparece el investigador postdoctoral Chris McCullough. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

por Ross Courtney