Este artículo apareció originalmente en la edición del 1 de marzo, 2019 de la revista Good Fruit Grower.

Una nueva investigación de California demuestra que la mosca de las alas manchadas (SWD) está desarrollando resistencia al único insecticida orgánico eficaz contra la plaga en campos comerciales de bayas.

Los investigadores han pensado durante mucho tiempo que, debido a que SWD tiene muchos huéspedes fuera de los cultivos comerciales, el acceso a esas áreas de refugio reduciría el riesgo de que la plaga desarrolle resistencia a los insecticidas. Pero resulta que al menos en un paisaje dominado por la agricultura, con poco hábitat no tratado, la resistencia está emergiendo.

“Es la primera advertencia de que están surgiendo niveles moderados de resistencia,” dijo Brian Gress, un investigador postdoctoral en la Universidad de California, Davis, sobre su reciente estudio. Comenzó a monitorear la resistencia en el área de Watsonville en 2017, después de que informes de productores de frambuesas y moras indicaran que Entrust (spinosad orgánico) estaba perdiendo eficacia contra la SWD.

Midió la resistencia comparando las moscas del área de Watsonville con las moscas de un área con huertos no tratados a unos pocos condados de distancia. Gress descubrió que las moscas de Watsonville podían soportar entre cinco y ocho veces más spinosad.

La exposición de las moscas a más spinosad en el laboratorio durante otras cinco generaciones más, aumentó la resistencia significativamente, lo que sugiere que el uso intensivo continuado del insecticida en el campo continuará la presión de selección para la resistencia.

“Esto es principalmente una preocupación para los productores orgánicos, porque en este momento no tienen otras opciones a las que recurrir,” dijo Gress.

Sin embargo, los productores convencionales también utilizan regularmente spinosad en sus programas de control de SWD.

Es un descubrimiento significativo que destaca la importancia de la rotación de productos para el manejo de la resistencia, dijo el entomólogo de la Universidad Estatal de Michigan, Rufus Isaacs. Pero también es un hallazgo localizado que puede decir más sobre la intensa presión de selección en el área, dominada por la producción de bayas y la cual puede no estar presente en otras partes del país, añadió.

Entomólogos de todo el país continúan monitoreando la SWD para detectar la susceptibilidad a los insecticidas, y esto resalta la creciente importancia de ese trabajo, dijo Isaacs. Con ese fin, trabajó con colaboradores en Michigan y Georgia para desarrollar un nuevo método de evaluación rápida de resistencia de SWD al malatión, metomil, spinetoram, spinosad y zeta-cipermetrina, que Gress utilizó en su estudio.

En Watsonville, Gress planea estudiar la variabilidad espacial de la resistencia para ver si las SWD en granjas orgánicas tienen más resistencia o si las SWD en los márgenes de la región agrícola comercial tienen menos.

“Hasta ahora, no hemos visto un patrón consistente de que esto sea peor en los sitios orgánicos. Las moscas se mueven mucho,” afirmó.

También planea analizar la resistencia al insecticida relacionado, spinetoram (Delegate) y trabajar con genetistas para comprender el mecanismo de la resistencia. En general, dijo que demuestra la importancia del trabajo en curso que tiene la finalidad de encontrar más herramientas de manejo para la SWD, tanto químicas como culturales.

“Creo que sería un error suponer que este es un problema restringido a Watsonville y que no tenemos que preocuparnos por ello en ningún otro lado,” dijo Gress. “Estamos reconociendo que existe una necesidad real de estrategias alternativas de gestión orgánica.”