Vamos a quitar del medio todos los superlativos.

“Este ha sido el peor fuego bacteriano que he visto en mi carrera profesional”, afirmó Bob Gix, horticultor de Blue Star Growers en Wenatchee, Washington.

“Este año, fue como la tormenta perfecta”, aseguró Jeff Heath, director de servicios de campo de Stemilt Growers en Wenatchee. Es lo peor que ha visto desde que comenzó su trabajo de campo en 1978.

Filimino González, capataz de un productor de Blue Star, nunca ha experimentado estos niveles de enfermedad en sus 34 años trabajando en huertos de peras en el Valle de Wenatchee. Lo mismo ocurre con Juan Miguel Ruiz-Bautista, un jefe de cuadrilla en un huerto cercano, quien también tiene una larga carrera a sus espaldas.

Miguel Medina (izquierda), y Roberto Juárez amontonan cortes de poda infectados con fuego bacteriano en una enorme pila para quemarlos en un huerto de peras cerca de Monitor, Washington el pasado junio. Como se predijo, los productores de peras en el Valle de Wenatchee están viviendo su peor año en décadas en materia de fuego bacteriano. (Ross Courtney/Good Fruit Grower)

Tal como se predijo, 2018 ha sido un mal año para el fuego bacteriano en Washington, especialmente en el Valle de Wenatchee, la región de perales más productiva de los Estados Unidos.

Una combinación de clima cálido durante la floración con una acumulación de bacterias de años anteriores provocó condiciones propicias. Unas pocas lluvias causaron tres o cuatro períodos de infección este año. Normalmente, el área experimenta uno o dos, informó Gix.

Los productores pasaron los meses de primavera realizando dos, y a veces tres, podas en cada hilera. Los tocones estaban sin ramas en muchos huertos, mientras que las pilas incendiadas emitían columnas de humo blanco sobre el horizonte.

Pero su trabajo puede no estar hecho.

Horticultores y patólogos están alentando a los productores a seguir reduciendo el fuego bacteriano después de que comiencen la cosecha este año, una tarea que normalmente podrían posponer debido a otras tareas, como colocar cajones y preparar la cosecha de variedades más tardías.

“Yo no esperaría hasta después de toda la cosecha de pera o hasta el primero de octubre”, advirtió Gix.

Este año ha sido frecuente observar perales podados hasta los tocones en el Valle de Wenatchee, ya que los productores intentaron adelantarse a la enfermedad. (Ross Courtney/Good Fruit Grower)

Las peras Bartlett normalmente son las primeras en ser recogidas, a menudo en agosto, seguidas de d’Anjou en septiembre. Gix recomienda que los productores empiecen a podar sus árboles Bartlett justo después de la cosecha.

Tianna DuPont, especialista de extensión regional agrícola de la Washington State University, se hace eco de esa sugerencia.

Después de la cosecha, los perales atraviesan un nuevo crecimiento, cuyo tejido es susceptible a la infección. El exudado de cualquier chancro aún presente en los árboles después de la cosecha puede ser una fuente de infección.

“Sin duda es una buena idea alentar a la gente a seguir eliminando la enfermedad (después de la cosecha)”, señaló DuPont. “Sé que todos están cansados de eso para entonces”.

Además, pruebe una aplicación de cobre después de la cosecha para proteger ese nuevo crecimiento, afirmó.

Una pila de restos de poda infectados con fuego bacteriano lista para quemar en el Valle de Wenatchee.
(Ross Courtney/Good Fruit Grower)

Oregón también está pasando algunos momentos difíciles con el fuego bacteriano. El área de Hood River está pasando un mal año, especialmente en los bloques orgánicos, informó Chad Wimmers, vicepresidente de productos sin procesar de Diamond Fruit, pero no están batiendo ningún récord como en Washington.

“No la estamos pasando tan mal como lo que estoy escuchando en el norte”, subrayó. Llamó a las condiciones “peores de lo normal, pero no catastróficas”.