David Doud recoge una manzana del ortet de EverCrisp en su huerto de Wabash, Indiana, en octubre de 2020. El ortet es la plántula original: el primer árbol que produjo la manzana MAIA1, comercializada como EverCrisp. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)
David Doud recoge una manzana del ortet de EverCrisp en su huerto de Wabash, Indiana, en octubre de 2020. El ortet es la plántula original: el primer árbol que produjo la manzana MAIA1, comercializada como EverCrisp. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)

Veinte años después de que la primera plántula que se convertiría en MAIA1, la manzana comercializada como EverCrisp, se plantara en un tranquilo y peculiar huerto de Indiana, los productores han plantado más de 1.7 millones de árboles en 728 huertos de todo Estados Unidos.

Esos huertos van desde las grandes empresas con inversiones de alta densidad hasta los pequeños productores de mercados agrícolas que los fundadores de la Asociación de Mejora de la Manzana del Medio Oeste tenían en mente cuando iniciaron sus esfuerzos de mejora y evaluación, y donde el MAIA1 encontró su primer éxito.

El modelo de negocio del programa EverCrisp, que consiste en generar una corriente de apoyo a nivel de mercado agrícola y esperar que la demanda aumente a partir de ahí, contrasta fuertemente con el modelo de la Cosmic Crisp, en el que la industria del estado de Washington utilizó su fuerza de marketing combinada para introducir la variedad a gran escala en las estanterías de los supermercados de todo el país.

El contraste es aún mayor cuando se descubre dónde se originó la EverCrisp: un pequeño huerto en el condado de Wabash, Indiana, atendido por un productor cuyos métodos y mentalidad podrían considerarse la antítesis de la vanguardia.

El ortet de EverCrisp, que se ve aquí en el huerto David Doud’s Countyline Orchard en Indiana, fue plantado en 2001, uno de los 320 cruces de Fuji con Honeycrisp que la Asociación de Mejora de Manzanas del Medio Oeste (MAIA, por sus siglas en inglés) entregó a Doud. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)
El ortet de EverCrisp, que se ve aquí en el huerto David Doud’s Countyline Orchard en Indiana, fue plantado en 2001, uno de los 320 cruces de Fuji con Honeycrisp que la Asociación de Mejora de Manzanas del Medio Oeste (MAIA, por sus siglas en inglés) entregó a Doud. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)

David Doud, de 67 años, es el propietario de David Doud’s Countyline Orchard con su mujer, Valerie. Se trata de una pequeña explotación, que consta de una modesta granja, un mercado básico y unos 15 acres de fruta, principalmente manzanas, pero también algunos duraznos, peras y fresas. Durante una visita de Good Fruit Grower el pasado mes de octubre, la pareja recorrió su “parcela con forma irregular”, como la llamó Doud, y describió el inusual año que fue 2020.

Comenzó con la pandemia de coronavirus en marzo. Luego, una helada a principios de mayo acabó con casi el 90 % de sus manzanas y peras, incluidas la mayoría de sus MAIA1. Al mes siguiente, invitaron a los clientes a recoger fresas en su modesto huerto, como hacen todos los años. Fueron tantos los que se presentaron que tuvieron que cerrarlo 10 minutos después de abrir.

“Fue una locura”, dijo Valerie Doud. “No había dónde aparcar. Nos quedamos sin sitios donde poner a la gente”.

Después de la helada, David Doud tuvo que decidir qué hacer con su reducidísima cosecha de fruta de árbol. Decidió cosechar y vender las pocas peras y manzanas que le quedaban, y encargar algunas extras a otros huertos, pero incluso con eso sólo mantuvieron su mercado abierto dos días a la semana en otoño. Funcionando con mascarillas y con un horario limitado, su principal objetivo era sacar su fruta a la puerta sin enfermarse.

Su ubicación no es ideal para el cultivo de manzanas: el centro de Indiana recibe sus vientos directamente de las praderas canadienses, sin la protección del lago Michigan. Las heladas son frecuentes. Perdió toda su cosecha en 2012, y la mayor parte en 2020. Los huertos locales han disminuido de docenas a solo un puñado.

“Los buenos sitios de Michigan tienen una buena cosecha este año”, señaló Doud. “Yo no. Me gusta estar aquí, pero reconozco que, económicamente, no es aquí donde uno prefiere cultivar manzanas”.

EverCrisp

En una esquina trasera del huerto, entre una hilera de árboles de aspecto similar, se encuentra el ortet MAIA1, el árbol original. Es uno de los 320 árboles de este bloque en concreto, todos cruces de Fuji-Honeycrisp que Doud recibió de MAIA. El bloque ha proporcionado un gran número de “variedades maravillosas”, informó.

La capacidad de conservación de MAIA1 — su tendencia a tener mejor sabor cuanto más tiempo ha estado almacenada, o incluso colocada en el mostrador a temperatura ambiente — hizo que destacara entre esta multitud excepcional. Doud envió varias muestras de los cruces entre Fuji y Honeycrisp a otros miembros de MAIA en 2008, siete años después de que los árboles se plantaran por primera vez. El grupo eligió la MAIA1 como su primer lanzamiento, denominándola EverCrisp.

A mediados de octubre de 2020, lo que quedaba de su cosecha de MAIA1 aún colgaba de los árboles. El periodo de recolección de esta variedad es bastante largo, desde mediados de octubre hasta principios de noviembre en el centro de Indiana. La fruta aumenta en azúcar y calidad cuanto más tiempo cuelga. En un año normal, los Doud venden las manzanas EverCrisp hasta diciembre o incluso enero, pero el pasado otoño planeaban recogerlas y venderlas lo antes posible.

Doud se relaja en su granero, reflexionando sobre las diferencias entre el típico modelo de club y el de MAIA. “En un sentido técnico, las manzanas de MAIA son manzanas de club porque hay que ser miembro del grupo para tenerlas, pero nosotros somos un grupo que está dispuesto a aceptar a cualquiera que aporte cien dólares al año”, indicó. “Somos un club no exclusivo”. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)
Doud se relaja en su granero, reflexionando sobre las diferencias entre el típico modelo de club y el de MAIA. “En un sentido técnico, las manzanas de MAIA son manzanas de club porque hay que ser miembro del grupo para tenerlas, pero nosotros somos un grupo que está dispuesto a aceptar a cualquiera que aporte cien dólares al año”, indicó. “Somos un club no exclusivo”. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)

EverCrisp, por su capacidad de conservación y su calidad uniforme, parece un producto ideal para las tiendas de comestibles que quieran vender manzanas a finales del invierno y en primavera, pero hay mucha competencia en los expositores de frutas y verduras, y el coronavirus puso patas arriba los planes de marketing de todos, apuntó Doud. Sin embargo, es optimista sobre sus posibilidades a largo plazo.

“Esta es una fruta de primera clase”, aseguró. “Va a tener un hogar”.

La manzana EverCrisp ha demostrado ser popular entre los consumidores de los mercados agrícolas, una popularidad que proporciona a la marca el potencial para desarrollar un nicho en el mercado mayorista, afirmó el presidente de MAIA, Bill Dodd.

“Estamos muy satisfechos de cómo ha funcionado todo”, agregó, mencionando los más de 700,000 árboles vendidos en 2020 y la primera plantación comercial internacional en Chile.

Raíces y ramas

Quienes conocen a Doud en el sector de la manzana reconocen que no es un productor típico, pero dicen que ha sido un modelo a seguir en muchos aspectos, en Indiana y fuera de ella.

“Estar al día con las últimas tendencias en alta densidad o esto o aquello no es lo que motiva a David”, indicó Peter Hirst, profesor de horticultura y especialista en extensión de la Universidad de Purdue que conoce a Doud desde hace años. “Lo que realmente le motiva es desarrollar una nueva manzana que tenga un gran éxito en aproximadamente los próximos 30 años”.

La confianza de Doud en la visión de MAIA y su interés en el futuro de la industria son una parte integral de la cultura del grupo, afirmó Dodd. La MAIA fue fundada hace más de dos décadas por productores del Medio Oeste preocupados por la falta de acceso a variedades patentadas.

Doud corta trozos de los lanzamientos de MAIA, inclusive la recién estrenada MAIA-SM en primer plano, comercializada como SweetMAIA. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)
Doud corta trozos de los lanzamientos de MAIA, inclusive la recién estrenada MAIA-SM en primer plano, comercializada como SweetMAIA. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)

“El papel de liderazgo que ha asumido ha sido increíblemente importante para el avance de MAIA”, dijo Dodd. “Las cosas que hemos conseguido se deben a mucha gente como David Doud”.

Las raíces de Doud en la región central de Indiana se remontan a varias generaciones. Creció al otro lado de la carretera de su huerto, jugando en “bosques y arroyos”. Le gustó tanto que decidió quedarse. Su padre, Lorne J. Doud, era productor y viverista y uno de los fundadores del grupo que se convirtió en la Asociación Internacional de Árboles Frutales. El hermano de Doud dirigía su propio huerto a 8 millas al oeste. Lo vendió en 2019 y ahora vive en la casa al lado de Doud.

En su huerto, el pasado otoño, Doud expuso su filosofía de cultivo. Siembra un total de unas 50 variedades de manzana sobre distintos portainjertos. Sus árboles podrían llamarse semienanos, pero es difícil describirlos con precisión. La falta de uniformidad en sus filas es llamativa.

“Aquí nada llama la atención porque todo es semisalvaje”, señaló.

Árboles de vivero sobrantes en el huerto de Doud el pasado octubre. El pasado mes de marzo realizó injertos de invernadero en unos 200 árboles y luego plantó la mayoría donde pudo encontrar espacio para ellos. Estas distintas variedades se encuentran injertadas en portainjertos Geneva 890. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)
Árboles de vivero sobrantes en el huerto de Doud el pasado octubre. El pasado mes de marzo realizó injertos de invernadero en unos 200 árboles y luego plantó la mayoría donde pudo encontrar espacio para ellos. Estas distintas variedades se encuentran injertadas en portainjertos Geneva 890. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)

Cuando se le preguntó por el espaciamiento, Doud suspiró, caminó deliberadamente entre dos árboles y dijo que había unos dos pasos entre ellos.

“Nunca he utilizado una cinta métrica en esta granja, y en algunos lugares se nota”, declaró. “El orden nunca ha sido mi estilo. Mi estilo son los pasos, y quizás añadir medio paso más si me apetece”.

No está en contra de las plantaciones de alta densidad, las espalderas y los postes, la gestión de precisión de la carga frutal o la mecanización. Admira a los agricultores que pueden hacer que todo eso funcione. Pero no cree que tenga sentido para su granja. Doud, quien realiza él mismo la mayor parte del trabajo en el huerto, prefiere que las manzanas estén al alcance de la mano, ya sea desde el suelo o desde una escalera de dos metros. Le gusta caminar entre las filas. Utiliza una plataforma Brownie autopropulsada para ayudarle a podar, pero hasta ahí llega su uso de la mecanización.

“No obtengo el rendimiento por acre del sistema de espalderas altas y puntiagudas, pero no lo necesito”, afirmó. “Necesito facilidad de mantenimiento”.

Doud realiza los injertos de invernadero en los árboles él mismo, sentado cerca de la estufa de leña de su granero, y también los planta él mismo con una pala, aproximadamente unos 200 por acre. Tiene que esperar unos cuantos años para que produzcan una cosecha, y ciertamente no producen tanto como lo harían los árboles en de espalderas altas y puntiagudas gestionados con precisión, pero tampoco tiene una deuda de miles de dólares por ellos. En un año normal, contrata a dos o tres hombres de la zona para que le ayuden a recoger las manzanas. Valerie se encarga de la mayor parte de las ventas en el mercado. Su austeridad, además del trabajo durante mucho tiempo de Valerie como profesora de biología, les ha ayudado a sobrevivir a los años difíciles. Y su forma de producir la fruta sin complicaciones no ha afectado a su calidad.

“Mis manzanas son excepcionales, si lo digo yo”, afirmó.

David y Valerie Doud compraron su huerto al padre de David en 1980. Tienen tres hijos mayores, todos químicos. Sus perros les ayudan a controlar a los ciervos. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)
David y Valerie Doud compraron su huerto al padre de David en 1980. Tienen tres hijos mayores, todos químicos. Sus perros les ayudan a controlar a los ciervos. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)

No está seguro del futuro del huerto. Él y Valerie tienen tres hijos mayores, pero todos son químicos y no parece probable que tomen las riendas algún día. 

“Quizá aparezca alguien”, dijo. “Si no, reduciré las operaciones”.                                      

Mientras tanto, todavía disfruta “cuidar mi huerto de frutas” y ofrecer a sus clientes nuevas y deliciosas frutas.

“Me encanta ofrecer una pera asiática a esa persona que nunca la ha probado, y que se le iluminen los ojos”, observó Doud. “Me considero un artista de performance. Cobro dinero por esto porque es la única manera de poder repetirlo el año que viene. Lo haría gratis si no tuviera que pagar facturas”.

Doud en su modesto mercado en el huerto David Doud’s Countyline Orchard. La mayor parte de su fruta la vende directamente la granja, pero también la venden los mercados agrícolas locales. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)
Doud en su modesto mercado en el huerto David Doud’s Countyline Orchard. La mayor parte de su fruta la vende directamente la granja, pero también la venden los mercados agrícolas locales. (Matt Milkovich/Good Fruit Grower)

por Matt Milkovich