La carga frutal de un huerto de manzanos determina, en última instancia, el valor del cultivo —es decir, el potencial de rendimiento, el tamaño del fruto y la calidad del fruto— y la gestión de la carga frutal requiere precisión. Esto es especialmente cierto en los huertos modernos, de alta densidad, con portainjertos enanizantes que producen miles de flores por árbol.

En la actualidad, los agricultores emplean métodos químicos, mecánicos y de raleo manual para eliminar el exceso de flores y frutos, pero las respuestas de un árbol a los métodos de raleo químico y mecánico son impredecibles y el raleo manual es costoso.

Entonces, ¿cómo pueden los productores estimar y gestionar mejor las cargas frutales para alcanzar sus objetivos?

Tras años de estudio, investigadores de Nueva Zelanda han tenido éxito en Nueva Zelanda y Australia con un método llamado extinción artificial de dardos que implica el raleo selectivo de botones florales — es decir, el raleo total del lugar de fructificación o de cinco flores a la vez, en lugar de la eliminación de flores de forma individual como se hace en el raleo de flores— justo antes de la brotación. También eligen y espacian los lugares de fructificación al mismo tiempo, lo que es más fácil y más rápido y se realiza en primavera, cuando la mano de obra podría estar más disponible.

El método no pretende reemplazar completamente la poda y el raleo, pero permite a los productores acercarse a sus objetivos más temprano en la temporada, incluso antes de que la fruta esté en el árbol.

Ahora, los investigadores están a punto de terminar el segundo año de un estudio de tres años sobre la efectividad del método en los Estados Unidos. El estudio en 10 huertos de Washington se centra en dos variedades de alto valor: Jazz y Envy. Ambas son variedades registradas y administradas por ENZA que se ofrecen a un número limitado de productores. Jazz es propenso a cargas frutales desiguales y fructificación bianual; Envy puede proporcionar rendimientos elevados, pero en los sistemas convencionales, la calidad y la refloración pueden verse afectadas negativamente.

El estudio es una colaboración entre los productores de las variedades: ENZA, una compañía subsidiaria de Turners & Growers que posee los derechos globales de las variedades, y Plant and Food Research New Zealand, los propietarios de las variedades.

Por qué importa la carga frutal

El objetivo de un árbol es la supervivencia y la reproducción; quiere tanta fruta como sea posible. Sin embargo, eso no necesariamente se traduce en fruta de alta calidad, fruta con el tamaño, el color y la calidad gustativa esenciales para obtener altos beneficios.

Esa es la razón por la que la carga frutal influye tanto en el éxito.

Al mismo tiempo, no todas las variedades de manzanas presentan fructificación regular con tendencia a la muerte natural de dardos, como Granny Smith y Cripps Pink. Muy pocos dardos de los árboles de fructificación bianual mueren y estos árboles tienen una capacidad reducida para iniciar la refructificación en los dardos más nuevos. La extinción artificial de dardos podría proporcionar un impulso a esos cultivares.

Uno de los problemas es que los productores a menudo creen que tener más flores ofrece más flexibilidad: una póliza de seguro contra las heladas tardías u otros eventos dañinos que podrían reducir repentinamente la cosecha.

Por lo contrario, la póliza de seguro “no está funcionando”, afirmó Ken Breen, científico de Plant and Food Research New Zealand. “Sabemos que cuanto más racimos de flores hay en un árbol, menos predecible es el cuajado de frutos. Por el contrario, reducir el racimo de flores hace más predecible el cuajado de frutos”, aseguró.

Durante más de una década, Breen y otros, incluidos Stuart Tustin y Ben van Hooijdonk, han estado trabajando en Nueva Zelanda y Australia para ralear yemas de manera selectiva en ciertos cultivares antes de la brotación. El proceso comienza en un año en el que se espera que los árboles florezcan mucho e implica tres pasos: podar durante el reposo que precede esa intensa floración, eliminar capullos florales antes de la floración para establecer un número apropiado de frutos en la etapa verde y dar seguimiento a la producción al momento de la cosecha.

El objetivo es reducir la competencia entre un mayor número de yemas y dirigir los recursos del árbol, durante el período de crecimiento que le sigue a la latencia, a los brotes destinados a cargar la fruta hasta la cosecha.

El proceso

Investigaciones previas han demostrado que los árboles injertados sobre portainjertos enanizantes en sistemas bien formados solo necesitan de seis a siete ramas por metro vertical de dosel. “Más que eso no ayuda con la captura de energía”, explicó Breen. “Solo aumenta la sombra en el dosel, lo que reduce la calidad de la fruta, el rendimiento en la actual temporada y la capacidad de los brotes en desarrollo para florecer en la próxima temporada”.

Así, con los árboles podados de acuerdo con dicha especificación, los productores miden el calibre de cada rama para determinar su potencial de cultivo y los suman para obtener el potencial de cultivo de todo el árbol. Esta cifra, multiplicada por la cantidad de árboles por acre y tomando en cuenta el tamaño de fruta específico deseado, se puede utilizar para determinar la cantidad meta de cajones por acre.

Por ejemplo, los productores participantes en el estudio de Washington aspiran a cosechar cinco frutas por centímetro cuadrado para ambas variedades, según los resultados de los estudios de Nueva Zelanda. Eso equivaldría a cinco frutas por cada rama de 2.5 centímetros de calibre y, a su vez, de 12 a 13 (2.5 x 5) yemas de fructificación en esa rama. A partir de ese objetivo, los productores e investigadores pueden determinar si el árbol tiene demasiados brotes y/o ramas.

Estudios adicionales podrían mostrar que la cantidad de fruta por centímetro cuadrado debería ser modificada para adaptarla a las condiciones de cultivo de Washington.

¿Funciona?

La investigación anterior en Australia y Nueva Zelanda que se centró en varios cultivares, inclusive Envy, Jazz y Gala, ha demostrado respuestas predecibles, indicó Breen. En general, los investigadores encontraron que solo se necesita alrededor de la mitad de las yemas que producen los árboles.

Por ejemplo, en un experimento para comprender la fisiología del árbol, los investigadores eliminaron el 80 por ciento de los brotes de Gala y, mediante el raleo de fruta en verde, obtuvieron la misma intercepción de luz (captura de energía) que aquellos árboles cuyos brotes no se habían eliminado.

Son demasiados brotes a eliminar en una operación comercial, indicó Breen. Más bien, deberíamos hablar de entre el 50 y el 60 por ciento, como se hizo en un huerto de investigación de Envy y en un ensayo de gran tamaño con Gala que utilizó 55 árboles de una parcela comercial.

Incluso con esos niveles más bajos, los resultados han sido reveladores: lograron rendimientos un 50 por ciento mayores que el promedio nacional. En Nueva Zelanda, el promedio de la industria es de 90 toneladas por hectárea para Envy, pero las parcelas de investigación alcanzaron fácilmente 150 toneladas por hectárea y 90 por ciento del empacado final en base a color anual sin ningún problema, aseguró Breen. Para Gala, los rendimientos, incluso en parcelas de productores bien gestionadas, aumentaron de 100 a 130 toneladas por hectárea. En una parcela más o menos joven de Jazz, los árboles produjeron “rendimientos particularmente sorprendentes” de entre 85 y 90 toneladas por hectárea de frutas con un peso de 170 a 185 gramos, comparado con rendimientos de 70 toneladas por hectárea de frutas de 170 gramos procedente de árboles convencionales, informó Breen.

Sin embargo, el rendimiento de la cosecha no lo es todo. Debido a que el dosel es mucho más abierto, es más poroso a la luz, lo que tiene un impacto positivo en el desarrollo del color de la fruta en el centro y en la parte inferior del árbol, afirmó. Eso significa dos cosas: primero, una mayor proporción de la fruta alcanza una lata clasificación de color (como el empacado de Envy mencionado anteriormente), y segundo, una mayor proporción de la fruta se elimina en la primera y segunda recogida.

Si los resultados en Washington son como los que los investigadores han encontrado en otros lugares, “lo adoptaré”, afirmó Andrew Sundquist, presidente de Sundquist Fruit & Cold Storage en Yakima, Washington, quien cultiva Jazz y Envy y participa en el ensayo con una parcela de Jazz: no para ahorrar dinero, sino para mejorar la estimación de la carga frutal.

La compañía de Sundquist probablemente gasta alrededor de $800 en el raleo de fruta verde en ausencia de la extinción artificial de dardos, indicó Sundquist. “No creo que realmente vaya a reducir los costos. Es simplemente una idea para conseguir una mejor carga frutal, una carga frutal más óptima”.

Debido a que Jazz y Envy son dos de las variedades de mayor valor, Sundquist desea alcanzar el mejor tamaño y calidad de fruta posible. “Y, obviamente, hacer lo mismo una y otra vez no nos ayudará a lograrlo”, señaló.

El rendimiento generalmente no cambia de inmediato porque los árboles necesitan tiempo para adaptarse, por lo que los datos de rendimiento del estudio de Washington aún no son informativos, explicó Breen. Sin embargo, los investigadores detectaron un cambio de color en muchas de las parcelas de Washington durante la primera temporada: por cada parcela de Jazz, el 78 por ciento de la fruta de los árboles objeto de estudio se recolectó en las dos primeras recogidas, en comparación con solo el 59 por ciento de la fruta de los árboles convencionales.

Los primeros años del proyecto han sido experiencias de aprendizaje para los agricultores estadounidenses, quienes tienden a manejar los recuentos de árboles espacialmente, en lugar de por el diámetro de las ramas, indicó Rick Derrey, gerente de ENZA para América del Norte.

“Descubrimos que no estábamos siendo coherentes en nuestro trabajo. Probablemente se trata de un proceso que está más basado en la precisión de lo que estábamos acostumbrados”, subrayó.

En general, indicó Derrey, han notado que rutinariamente están excediendo los rendimientos que tenían como objetivo, en lugar de estar por debajo de ellos. “Si nuestro objetivo óptimo es producir 100 cajones por acre, al medir a veces descubrimos que el rendimiento potencial es el doble”, explicó. “Entonces sabemos que podemos eliminar más ramas o eliminar más brotes o ambas cosas”.

Hasta el momento, una de las cosas más importantes que han aprendido es que están aprovechando poco las ramas de las partes inferiores del árbol, en parte debido a los programas de raleo químico, pero también debido al despunte de ramas para mantener el espacio. “Creemos que es mejor eliminar la rama por completo y reemplazarla”, señaló.

También descubrieron que están sobreexplotando algunas de las ramas más pequeñas en los árboles, lo que lleva a alternancia anual en algunas ramas y árboles, y limita el potencial de coherencia global de árbol a árbol.

ENZA planea extender el estudio a un cuarto año para evaluar la refloración después del tercer año y para aprender a realizar un recuento correcto de brotes en las condiciones de Washington, informó. “Nos lleva tiempo aprender cómo manipular mejor estos árboles”, señaló. “También lleva tiempo que el árbol se adapte”.