Filson, un cruce de pastor ganadero australiano, en el Arboreto de Seattle en abril. Filson es un perro de detección en servicio activo de los Equipos de Detección de Elementos No Deseados, una organización que participará en el proyecto piloto de la Comisión de Investigación de Árboles Frutales de Washington para determinar si los perros son capaces de detectar la enfermedad de la cereza pequeña. (Cortesía de Jennifer Hartman/Rogue Detection Teams)

El increíble olfato de los perros es por todos conocido y es posible entrenar a los perros adecuados para que detectar por medio de su olfato cualquier cosa, desde drogas y explosivos hasta organismos patógenos y plantas nativas. En la industria de los árboles frutales, se ha entrenado y se ha probado a los perros en la detección del virus de la peca del ciruelo y la moniliosis de los cítricos en árboles frutales de la Costa Este.

¿Podría el mejor amigo del hombre ayudar también en la lucha contra la enfermedad de la cereza pequeña?

Es un asunto al que la Comisión de Investigación de Árboles Frutales de Washington está dando cierto respaldo en un pequeño proyecto piloto que busca determinar dos cosas: ¿Emite la enfermedad alguna pista olfativa y, de ser así, son capaces los perros de detectarla?

Philip Berger, director ejecutivo del Centro de Ciencia y Tecnología de Salud Agrícola del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, ve potencial para muchos sistemas agrícolas, incluyendo posiblemente la enfermedad de la ciruela pequeña. La enfermedad de las manchas rojas de la uva también representa otro.

“En la situación más común con las plantas leñosas, donde el patógeno puede estar latente o indetectable durante mucho tiempo, la evidencia que he visto indica que los caninos pueden recoger algo mucho antes que nosotros”, dijo.

Con el fin de entrenarlos para detectar, se ofrecen a los perros olores del elemento específico que debe ser detectado y se les recompensa, ya sea con alimento o con juego, cuando han logrado olfatear el elemento.

Por décadas el programa de Protección de Plantas y Cuarentena del USDA ha estado entrenando perros para detectar ciertos frutos, vegetales y productos cárnicos que constituyen importaciones agropecuarias restringidas o prohibidas. El programa abrió su Centro Nacional de Entrenamiento para Perros Detectores en 1984 con solamente un perro y un entrenador.

Hoy en día, el centro, ubicado en Newnan, Georgia, ocupa 17 acres que albergan ocho edificios y 100 casetas para perros y esos perros han sido entrenados y desplegados desde entonces para detectar múltiples enfermedades agrícolas y forestales y plagas a lo largo y ancho del país.

Según el centro, los perros detectaron moniliosis de los cítricos en más del 99 por ciento del tiempo durante los ejercicios de entrenamiento en Florida, y los equipos de perros también están entrenando para detectar la moniliosis de los cítricos.

En Hawai, los perros buscaron el escarabajo rinoceronte de coco (CRB, por sus siglas en inglés) invasivo en pilas de material de cobertura orgánico, un sitio de reproducción de elección para el insecto que mata la palma. Su tasa de detección: casi un 90 por ciento para las larvas de escarabajo rinoceronte del coco que viven a una profundidad de entre 2 y 10 pulgadas en el mantillo. También pudieron confirmar que las pilas de material de cobertura orgánico no contenían escarabajos rinocerontes del coco en la mitad del tiempo que le tomaría a un equipo de investigación de cuatro personas.

Tim Gottwald, investigador líder y fitopatólogo del Laboratorio de Investigación Horticultural del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) en Fort Pierce, Florida, comenzó primero a trabajar con perros para detectar la moniliosis de los cítricos a mediados de la década de los 1990, ya que la enfermedad estaba afectando el comercio internacional y estaba conduciendo a amplios programas de erradicación y cuarentena. Desde entonces ha estado implicado en esfuerzos de detección canina para la enfermedad del dragón amarillo y la enfermedad de la peca del ciruelo.

Un proyecto canino de detección en el Laboratorio de Investigación Hortícola de los Estados Unidos en Fort Pierce, Florida, supone el entrenamiento de equipos de perros para detectar la enfermedad del dragón amarillo de los cítricos. (Cortesía de Tim R. Gottwald/USDA-ARS)

Diez perros han tenido una tasa de precisión del 99.1 por ciento en la identificación de árboles a los que se ha inoculado la enfermedad del dragón amarillo en una prueba con 10,000 árboles. “No hay un ensayo en el mundo, molecular o de otra índole, a ese nivel de precisión”, señaló.

Él ha visto resultados similares para la moniliosis de los cítricos y continúa investigando la capacidad de los perros para detectar la peca del ciruelo., y espera resultados similares.

La investigación puede ser difícil si el patógeno es un virus en cuarentena. En el caso de la peca del ciruelo, trabajar con los perros en el campo requirió llevarlos a Canadá.

Sin embargo, los perros han mostrado ya que pueden detectar varias cepas diferentes del virus de la peca del cerezo y que pueden olfatearla en árboles durmientes, sin follaje, tal y como pueden hacerlo en arboles con hojas en plena estación, según indicó Gottwald.

Para Berger, los perros pueden ayudar a atender el tema del muestreo perenne.

“En muchos casos, el patógeno no está distribuido uniformemente en el árbol, particularmente en las etapas iniciales de la infección. Con nuestros problemas actuales de indexación, tener que tomar muestras de hojas y procesarlas en un laboratorio, el éxito de tomar la muestra correcta en árboles más grandes es limitado”, señaló. “Un perro olfatea todo el árbol: no puede decir dónde se encuentra el patógeno en el árbol, pero alerta de que probablemente esté allí”.

Los costos de establecer un programa de detección canina para la erradicación a largo plazo pueden ser altos, en función de los objetivos.

Por ejemplo, Berger estima que establecer un programa en el que se usen primordialmente dos perros y un cuidador en plantaciones de base como parte de un programa de material limpio costaría de $150,000 USD a $200,000 USD anuales para el primer par de años, aunque un programa tal, probablemente, podría estar establecido y en operación en dos años.

“Por otro lado, dudo que tengan oportunidad de eliminar la cereza pequeña del sistema, de erradicarla, por lo que es una gran oferta. De hecho, los perros pueden hacer eso” acotó. “Nuevamente, todo depende de los objetivos del programa”.

Rob Curtiss, coordinador de proyectos especiales de la Comisión de Investigación de Árboles Frutales de Washington, no hablaría de costos “baratos”, sino que dijo que cree que las cosas pueden hacerse por menos dinero que el amplio programa federal, el cual incluye personal, instalaciones y decenas de perros.

Un grupo de productos básicos que requiera de un programa canino simplemente tendría que pagar el salario del cuidador, dotarlo de un vehículo, y proveer una casa para el perro por un año después del establecimiento y el entrenamiento: probablemente alrededor de $100,000 USD anuales, según indicó.

En comparación con los métodos de prueba actuales, los cuales Curtiss estimó en $25 USD por muestra, los perros poseen un gran potencial.

Sin embargo, Curtiss reconoció que él tuvo dificultades para mantener el financiamiento de una investigación similar que realizó en el proyecto piloto del escarabajo rinoceronte en Hawái, a pesar de los buenos resultados con los perros.

“Ni siquiera es que sea realmente caro. Es solo que existe la noción de que los perros son mascotas y que no son una herramienta, y, con la finalidad de cambiar esa percepción, creo que debe hacerse mucho trabajo de promoción con las personas que están tomando estas decisiones de financiamiento”, dijo. “Existe un estigma innegable que debe superarse”.

Berger específicamente ve potencial en la aplicación de la detección canina para la enfermedad de la cereza pequeña a nivel de viveros. Es allí dónde podrían ser más efectivos”, afirmó. “Podrían ayudar a limpiar el material de base, aunado al hecho de que podrían obviamente usarse en sistemas de certificación e, incluso, en huertos comerciales enteros”.

Sin embargo, añadió, que los productores tienen que atender a esta advertencia: “¿Están dispuestos a adoptar acciones en torno a los resultados de la detección canina cuando no sean capaces de confirmar los resultados mediante otro método?”, preguntó. “Si la validación nos dice que tienen una precisión del 95 por ciento y reconocemos que probablemente nos vayan a alertar de arboles que están asintomáticos, ¿están dispuestos a confiar en los perros?”.

Detalles del proyecto piloto

Durante el ejercicio de entrenamiento en Florida, los perros encontraron moniliosis de los cítricos en más de un 99 por ciento del tiempo. (Cortesía de Tim R. Gottwald/USDA-ARS)

La Comisión de Investigación de Árboles Frutales de Washington ha aprobado un proyecto piloto de $6,462 USD para determinar si los perros pueden distinguir plantas infectadas de la enfermedad de la cereza pequeña de plantas limpias.

El proyecto piloto se desarrollará inicialmente durante cinco días, con opción a extenderse por otros 10 días si es necesario. El trabajo preliminar implica ofrecer olores provenientes de materiales de plantas infectadas y plantas limpias a los perros para evaluar sus respuestas. Las respuestas positivas y la exhibición de la conducta deseada serán recompensadas como parte del programa de condicionamiento operante del perro.

El Centro de Plantas Limpias para la región del Noroeste está suministrando materiales de plantas libres de enfermedades (hojas, ramas, plántulas, etc.), al igual que materiales inoculados con el virus de la cereza pequeña 2 y el virus Western X.

El proyecto apunta a un nivel de competencia del 80 por ciento en los perros. Si se determina que son confiables para detectar partes o plantas de cereza infectadas, entones se considerará que el piloto es un éxito y se buscará financiamiento para un programa a escala completa.

La Comisión de Investigación de Árboles Frutales está trabajando con los Equipos de Detección de Elementos No Seseados de Cusick, Washington, los cuales contribuirán con un científico investigador y un equipo canino de detección para el programa.

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