Jeff Cleveringa muestra un sistema de disuasión de aves por láser que el rancho Oneonta Starr Ranch ha usado durante más de un año en Chelan, Washington. Cleveringa dice que este sistema más antiguo —de primera generación— ha mostrado resultados prometedores, especialmente en áreas donde los sistemas ruidosos tradicionales de disuasión de aves no son una opción viable. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

El huerto lleno de cerezas maduras no tenía pájaro alguno a la vista.

Era casi espeluznante, afirmó Jeff Cleveringa, director de investigación y desarrollo del rancho Oneonta Starr Ranch. Pero eso fue lo que sucedió la temporada pasada cuando instaló por primera vez un sistema automatizado de disuasión de aves por láser en huertos a lo largo del Lago Chelan en la región norte-central de Washington, primero en huertos cerezas y luego en huertos de manzanas Honeycrisp.

“Cuando llegó el momento de la cosecha de Honeycrisp, fue difícil encontrar daños causados por aves en el bloque. Entonces, ¿es realmente tan bueno o fue algo que sucedió solo ese año?”, preguntó Cleveringa, ya que su segunda temporada usando la tecnología estaba a punto de comenzar. “Si es realmente tan bueno, vamos a comprar unos cuantos más”.

El sistema láser, desarrollado por Bird Control Group, una compañía danesa, es una de las varias nuevas opciones tecnológicas destinadas a productores que prometen evitar el defecto común de muchos otros disuasores de aves: la habituación.

El daño causado por aves les cuesta a los productores de fruta de alto valor millones de dólares cada año. Un estudio de 2012 estimó un precio de $49 millones para la industria de la uva de California, $32 millones y $26 millones para para los cultivos de cereza y manzanas Honeycrisp de Washington, respectivamente, y $14 millones para los arándanos de Michigan. Las estrategias de control de aves más comunes en las granjas frutales son los dispositivos amedrentadores acústicos o visuales, cada uno de los cuales es utilizado por casi la mitad de los productores de cereza, arándano, uva de vinificación y manzanas Honeycrisp encuestados en 2012.

Pero la mayoría de los productores también informaron que tales tácticas fueron solo levemente efectivas para controlar el daño de las aves a sus cultivos. Esto se debe a que, con el tiempo, las aves tienden a acostumbrarse a las falsas llamadas de depredadores o los sonidos alarmantes.

“Las aves son muy inteligentes, y aprenden rápidamente que no presentan una amenaza real”, aseguró John Swaddle, profesor de biología en la Universidad William and Mary, que estudia el impacto de la contaminación acústica en las aves silvestres.

Redes de ruido

Debido a que sus cerezas son de las primeras que maduran en el área de Othello, el productor Rich Callahan está acostumbrado a verse muy afectado por las aves, por lo que decidió probar una nueva tecnología conocida como Sonic Nets, que promete usar contaminación acústica constante en lugar de sonidos alarmantes para mantener a las aves fuera del huerto. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

A diferencia de las llamadas de depredadores falsas, la contaminación acústica representa una amenaza real para las aves porque no pueden comunicarse entre sí ni escuchar a los depredadores reales en su entorno.

Entonces, Swaddle y un compañero en el departamento de ciencias aplicadas, Mark Hinders, decidieron investigar si el ruido de interferencia constante podría usarse para mantener a las aves alejadas de lugares donde son indeseados, como aeropuertos o campos agrícolas. Las pruebas piloto demostraron que fue eficaz en desplazar casi el 90 por ciento de las aves; esta tecnología, ahora conocida como Sonic Nets, se está probando en huertos, instalaciones industriales y una base militar de los Estados Unidos.

“Toma el punto de vista de las aves sobre el problema. Básicamente impide que las aves puedan oír y vivir sus vidas de manera normal”, explicó Swaddle. “Sin embargo, siempre existe una verdadera amenaza de depredadores en el entorno natural, por lo que no se habitúan a esto”.

La dificultad es que se necesita un sistema de altavoces grande, que se alimente con energía solar, para proyectar este ruido en las granjas, y eso se vuelve costoso. La empresa MidStream Technology, la cual certificó la idea de los investigadores de William and Mary, ha pasado los últimos años intentando reducir los costos de fabricación y aumentar la producción de sonido que los sistemas de energía solar son capaces de generar.

En este momento, los sistemas de altavoces cuestan $3,500 dólares y pueden cubrir aproximadamente 5 acres, informó Steve Rehberg, un consultor de la región Noroeste de Estados Unidos que trabaja para Flock Free, una empresa de control de aves con sede en Nueva Jersey que es concesionaria de la licencia para la tecnología en este país.

“Es la herramienta más valiosa que tenemos”, afirmó Rehberg. “Todavía no creo que estemos completamente donde necesitamos estar en cuanto al hardware, pero la tecnología funciona. Realmente es una cuestión de modificar su escala para que sea asequible para los productores”.

Con la opción de utilizar altavoces paramétricos, los cuales empujan el sonido en una sola dirección, la tecnología podrá proteger un huerto sin molestar a los vecinos de al lado.

“Tiene mucho sentido para los cultivos de alto valor en pequeñas superficies”, aseguró el CEO de MidStream, Sam McClintock, pero reconoció que la tecnología ha tenido un lento comienzo porque “gran parte del mercado se muestra muy receloso porque las soluciones anteriores han fallado”.

Rich Callahan

El productor de cerezas de la cuenca del río Columbia, Rich Callahan, decidió probar la tecnología este año. “Ya hemos probado todo lo demás”, indicó sobre su huerto de Chelan cerca de Othello. “Teníamos que hacer algo. Tengo las primeras frutas que maduran por aquí y las aves simplemente lo saben”.

Los altavoces, los cuales hacen un ruido que Callahan describe como un televisor viejo que perdió la señal, parecían estar alejando a las aves cuando Good Fruit Grower visitó los huertos aproximadamente una semana antes de la cosecha. Las aves que anidaban en un arbusto de tipo “árbol del paraíso” no volaron hacia el bloque, y Callahan se siente optimista.

“Hasta ahora, parece que realmente está funcionando”, afirmó. Después de la cosecha de cerezas, planeaba mover los sistemas a sus bloques de manzanas Wildfire Gala y Honeycrisp tempranas, las cuales también maduran temprano y atraen una gran depredación de aves.

Cerca de los altavoces, el sonido es molesto tanto para los humanos como para las aves. Callahan informó que planea apagar el sistema durante la cosecha, ya que la presencia del equipo de recolección también disuadirá a las aves. La próxima investigación en la Universidad de Idaho explorará la capacidad de los sistemas de altavoces para disuadir también a los ciervos y alces, indicó Rehberg.

Por el momento, menos de una docena de productores han comprado la tecnología, afirmó, y los grandes usuarios están en el sector industrial, donde es más fácil enchufar y alimentar los altavoces. Pero esperan aumentar pronto la producción y la capacidad de los distribuidores para el sector agrícola, añadió Rehberg. “Nuestra limitación es cuántos sistemas hemos podido producir, no cuántas personas los quieren”.

Láseres automatizados

A lo largo del lago Chelan, las quejas de los vecinos sobre las medidas disuasorias convencionales para las aves, “cosas que comienzan a chillar y graznar a las 5 a. m.”, motivaron que el rancho Starr Ranches probara otra opción, apuntó Cleveringa. Notaron el efecto de inmediato.

“Cuando lo enciendes, los petirrojos se vuelven locos. Hay movimiento en el bloque y no les gusta”, afirmó.

El sistema de disuasión de aves por láser es una unidad autónoma que incluye un panel solar, una batería y un sistema óptico de control robótico que se puede montar en el suelo, un edificio o un poste. Esta unidad más antigua se debe conectar con un cable USB a un ordenador portátil que ejecuta el software de la unidad para programar los puntos de referencia del láser. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

Se emite un láser desde un dispositivo montado en un motor que mueve el haz en un patrón programado de objetivos a través del bloque. El haz en sí puede extenderse por millas, pero para mantener a las aves fuera del huerto, se requiere que vigile regularmente el espacio.

“Originalmente éramos una empresa de láseres, y vimos la oportunidad de desarrollar un rayo de luz específico para el control de aves”, aclaró Steinar Henskes, el CEO del Bird Control Group. El desarrollo de la robótica y el software necesarios para que el láser rastree el huerto le siguió de manera automática, y ahora la compañía cuenta con más de 6,000 clientes —desde agricultores a aeropuertos— en 76 países.

Las aves perciben el haz de luz como una amenaza física porque se mueve constantemente a través del huerto en un patrón de barrido. “La manera en que se mueve es como la de un objeto físico que patrulla la zona”, explicó Henskes. “Hace que las bandadas se alejen y atemoriza a las aves exploradoras, las cuales ni siquiera se acercan al área”.

Actualmente, el sistema láser autónomo está disponible en la región del Pacífico Noroeste gracias a la empresa Oregon Vineyard Supply (OVS) a un costo de $9,495 dólares para el último modelo, el Autonomic 500, informó Wayne Ackermann, un consultor de cultivos que recientemente abandonó OVS para comenzar a trabajar para Bird Control Group. Los accesorios, como paneles solares o equipos de montaje, pueden sumar centenares más.

El verano pasado, OVS arrendó 15 unidades a los productores de arándanos de Oregón, con una opción de compra al final de la temporada si les gustaba la tecnología; 14 los compraron, apuntó Ackermann.

“Funciona, es asequible y es respetuoso con los vecinos”, señaló. Como regla general, una unidad puede cubrir aproximadamente 20 acres, pero la topografía marca una gran diferencia. Es más fácil obtener una buena cobertura en un campo llano de arándanos que en un viñedo montañoso, afirmó, pero la superposición estratégica de los sistemas también puede aumentar la efectividad.

En los próximos años, Bird Control Group desea asociarse con proveedores de servicios agrícolas para alquilar el sistema a los productores solo durante el tiempo que lo necesiten, de modo que los productores siempre tendrán acceso a las últimas actualizaciones de la tecnología, inclusive la que se lanzará en breve con conexión inalámbrica y elementos de seguridad mediante cámaras, informó Ackerman.

“Queremos operar como una suscripción para la disuasión de aves”, declaró Henskes. “Solo tienen problemas durante dos o tres meses al año, por lo que tiene sentido que nos alquilen las máquinas. Entonces, estamos construyendo una red de socios de instalación”.

En este momento, la desventaja de la tecnología es que no es muy fácil de usar, señaló Cleveringa. “Es una herramienta costosa, y uno quiere asegurarse de que pueda utilizarla, lo que requiere tiempo y esfuerzo”, afirmó. Tener más proveedores de servicios en la región familiarizados con el sistema ayudará, y la configuración de esa red es parte del nuevo trabajo de Ackermann con la compañía.

Tanto la tecnología láser como la del altavoz cuestan mucho más de lo que la mayoría de los productores están acostumbrados a pagar por el control de las aves. Pero, si lo comprueban por sí mismos en huertos donde el daño de las aves es alto, el costo se podría ver justificado rápidamente.
“No se necesitan muchas Honeycrisp para recuperar $10,000 dólares en su rancho”, aseguró Cleveringa.

El rayo láser es visible en las cerezas de Oneonta Starr Ranch a más de 600 yardas de distancia de la unidad láser al atardecer. Cleveringa dice que han tenido el mayor éxito con el sistema de disuasión de aves por láser cuando el láser se posiciona por encima del follaje de los árboles en lugar de en su mismo nivel. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)