Estas ramas de cerezo muestran protuberancias bajo la corteza que son las estructuras reproductoras del cancro de la citospora. Conocidas como picnidios, cada protuberancia puede exudar miles de conidios, o esporas asexuales, a los pocos minutos de mojarse, según las investigaciones del patólogo Gary Grove, de la Universidad Estatal de Washington (WSU). (Fotos Cortesía de Gary Grove/Washington State University)
Estas ramas de cerezo muestran protuberancias bajo la corteza que son las estructuras reproductoras del cancro de la citospora. Conocidas como picnidios, cada protuberancia puede exudar miles de conidios, o esporas asexuales, a los pocos minutos de mojarse, según las investigaciones del patólogo Gary Grove, de la Universidad Estatal de Washington (WSU). (Fotos Cortesía de Gary Grove/Washington State University)

Donde hay madera, se puede encontrar hongos que pudren esa madera. 

Una amplia gama de hongos relativamente débiles que pudren la madera puede causar cancros y la muerte de las ramas en la fruta de hueso, con el tiempo. A menudo se denominan por sus géneros — Eutypa, Cytospora, Calosphaeria y Botryosphaeria. También existe el cancro bacteriano causado, como es lógico, por una infección bacteriana. 

Recientemente, los exploradores han visto más signos de hongos patógenos del cancro en algunas huertas de árboles de fruta de hueso en Washington. Estas observaciones plantean preguntas acerca de cuáles patógenos están causando la muerte de las ramas y lo que los productores pueden hacer al respecto. 

“Probablemente, lo vemos ahora porque estamos explorando mucho más en los bloques de cerezas”, dijo Garrett Bishop de G.S. Long Co. “Teníamos algunos árboles jóvenes (por lo tanto, débiles) y estamos tratando de averiguar lo que les está pasando”.

Para ser claros, los síntomas que observó Bishop, como líderes moribundos o madera en descomposición revelada solo al cortar las ramas, no eran generalizados ni se extendían con rapidez. “No es como el fuego bacteriano”, afirma. Pero la eliminación de las ramas dañadas supone un coste de producción adicional para los agricultores. 

“La mayoría de los hongos que causan cancros son patógenos relativamente débiles”, afirma Gary Grove, patólogo de la Universidad Estatal de Washington (WSU) que estudió los hongos que causan cancros a principios de los años de 2000, antes de volver a centrar su atención en el problema mucho más urgente del oídio.

Grove recuerda brotes de cancro por citospora tras sequías y heladas profundas a lo largo de sus casi 40 años de trabajo en la WSU. Pero otros factores de estrés, como son un clima adverso, los portainjertos enanos y otras enfermedades, podrían crear nuevas oportunidades para estos patógenos típicamente secundarios. 

Los esquejes de las huertas de cerezos y durazneros de Washington muestran signos de patógenos que pudren la madera. Son varios los patógenos que pueden causar esta muerte de ramillas. A menudo son patógenos débiles o secundarios. Este campo de investigación no ha recibido mucha atención en los últimos años, pero un nuevo proyecto de investigación pretende cambiar esta situación. (Fotos Cortesía de Garrett Bishop/G.S. Long Co.)
Los esquejes de las huertas de cerezos y durazneros de Washington muestran signos de patógenos que pudren la madera. Son varios los patógenos que pueden causar esta muerte de ramillas. A menudo son patógenos débiles o secundarios. Este campo de investigación no ha recibido mucha atención en los últimos años, pero un nuevo proyecto de investigación pretende cambiar esta situación. (Fotos Cortesía de Garrett Bishop/G.S. Long Co.)

La mayor parte de las investigaciones locales se han realizó en la década de los 90s, dijo Grove, y las cosas cambian. 

“Nuestra industria ha cambiado, nuestro clima ha cambiado, las variedades de frutales han cambiado, y las prácticas culturales han cambiado”, dijo. “Tenemos que volver atrás y echar un segundo vistazo”.

La Comisión de Investigación de Frutas de Árbol de Washington (WTFRC) está de acuerdo y apoya a Grove para que pueda trabajar con Bishop esta temporada y comenzar a recoger muestras de patógenos de huertas en Washington y Oregón. Grove cultivará e identificará los patógenos que encuentren, y luego catalogará las muestras para un estudio posterior.  

El recomendar prácticas de control depende de una mejor comprensión de los patógenos que causan los síntomas, dijo. Bishop envió muestras a un laboratorio que utiliza pruebas de marcadores de ADN para identificar patógenos, y descubrió que muchas daban positivo para especies de Eutypa, pero Grove cree que la situación puede ser más complicada.

En forma de explicación Grove dijo: “Crecí en Ohio y ahí viví hasta el año 1972 en una casa que construyeron mis padres. Si ahora mismo hubiera un asesinato en esa casa, probablemente aún podrían detectar mi ADN allí. Eso no significa que yo cometiera el crimen”. Del mismo modo, las pruebas de marcadores de ADN en esta etapa no cuentan la historia completa.  

Hace 30 años, los estudios revelaron que especies de hongos de la Cytospora eran los causantes de cancro más comunes en las huertas de duraznos y cerezas de Washington, según Grove. Las investigaciones realizadas en California sugerían que el mayor riesgo de infección se daba en la estación húmeda del invierno, pero cuando Grove y sus colegas colocaron trampas de esporas, comprobaron que la mayor presión ocurría en el verano.

En la investigación sobre el cancro de la citospora específicamente, descubrió que el agua de riego de los aspersores por encima y por debajo de los árboles esparcía con eficacia las esporas (también llamadas conidios). Ese hallazgo a principios de la década del 2000 impulsó a los cultivadores a cambiar a micro aspersores o a reducir el ángulo de sus aspersores bajo los árboles para evitar salpicar esporas en una canopia con heridas de poda vulnerables.  

Hace más de 20 años en Washington el cancro por citospora era el principal problema de pudrición fúngica en las huertas de fruta de hueso. Las investigaciones realizadas mostraron que la liberación de esporas está mucho más relacionada con los patrones estacionales de temperatura que con las lluvias. Esto se debe a que las prácticas de irrigación de las huertas, que entonces se realizaban normalmente con aspersores por encima o por debajo de los árboles, pueden desencadenar la liberación y propagación de las esporas, según el patólogo Gary Grove, de la WSU, que dirigió la investigación. (Fuente: Gary Grove/WSU;  Gráfico: Jared Johnson/Good Fruit Grower)
Hace más de 20 años en Washington el cancro por citospora era el principal problema de pudrición fúngica en las huertas de fruta de hueso. Las investigaciones realizadas mostraron que la liberación de esporas está mucho más relacionada con los patrones estacionales de temperatura que con las lluvias. Esto se debe a que las prácticas de irrigación de las huertas, que entonces se realizaban normalmente con aspersores por encima o por debajo de los árboles, pueden desencadenar la liberación y propagación de las esporas, según el patólogo Gary Grove, de la WSU, que dirigió la investigación. (Fuente: Gary Grove/WSU; Gráfico: Jared Johnson/Good Fruit Grower)

Grove dijo que nadie en la región había estudiado el impacto de la irrigación para las especies de Eutypa, pero que será una pieza importante del rompecabezas en un futuro. 

“Estamos en una zona muy árida, y estos hongos del cancro necesitan agua. A los hongos les da igual que venga el agua de una tubería o de una nube”, explica. “Eso es lo más importante: nuestro riego lo afecta”.

En marzo de este año, Bishop organizó una reunión e invitó a científicos de California -donde se han investigado sobre estos patógenos más recientemente- para que se hablaran a un público de Washington.

Casi todos los participantes que respondieron a una encuesta dijeron que tenían experiencia con uno u otro tipo de cancro fúngico, que lo consideraban una causa de impacto económico y que apoyaban una mayor investigación sobre el tema. 

Durante la reunión, Florent Trouillas, patólogo de la Universidad de California, Davis, con sede en el Centro de Investigación y Extensión Agrícola de Kearney, compartió los resultados de un proyecto reciente que examina la susceptibilidad estacional de las heridas de poda en el cerezo dulce con tres patógenos comunes: Calosphaeria pulchella, Cytospora sorbicola y Eutypa lata. Los árboles afectados por los tres patógenos muestran una muerte de ramas, ya que el crecimiento fúngico en el tejido leñoso detiene el flujo de savia. 

En el caso de Calosphaeria, cuando se hace la poda en invierno y las temperaturas son demasiado frías para la germinación de las esporas, esta resulta ser muy protectora. Pero para Eutypa y Cytospora, las temperaturas invernales de California no detuvieron la producción de esporas. Sin embargo, los inviernos de Washington son diferentes.

Sus estudios, financiados por la California Cherry Board (Junta de Cerezas de California), también muestran que las heridas de poda son la principal vía de infección para las tres especies, pero las cicatrices de la fruta creadas durante la cosecha también pueden ser un punto de entrada.  

Recomienda a los cultivadores que siempre observen bien la previsión meteorológica antes de podar.

“Antes de pensar en las temperaturas, debemos pensar en la lluvia. Si hay una previsión meteorológica de dos semanas sin lluvia, entonces es el momento de hacer la poda”, dijo. 

Aunque el trabajo de Trouillas demuestra que algunos fungicidas, como Topsin M (tiofanato-metil), protegen contra las infecciones por Cytospora y Eutypa, la logística de pulverizar estos productos justo después de la poda, cuando las ramas se amontonan en el suelo del bloque, es difícil, según Bishop. Además, Topsin M aún no está recomendado para este uso en las huertas de Washington.

Una encuesta prevista debería impulsar la comprensión sobre cuales especies de patógenos están provocando los síntomas, ayudar a identificar los puntos más altos de presión de la enfermedad y también establecer las prácticas de protección más eficaces. 

Hasta entonces, Bishop sospecha que el momento de la poda es importante. La poda durante los inviernos de Washington, cuando hay pocas esporas de hongos activas, es posiblemente protectora, aunque las heridas de la poda invernal tarden más en cicatrizar. Probablemente el riesgo aumenta cuando los cultivadores alargan el trabajo de la poda hasta la primavera cuando hace más calor y también llueve más.

por Kate Prengaman 

Este artículo ha sido traducido por Jean Dibble y revisado por Jutsely Rivera. Puede ponerse en contacto con Jean en jean@goodfruit.com.