Pocas personas se encuentran en la línea de empaque de manzanas altamente automatizada de CPC International durante un ciclo de manzanas Granny Smith en diciembre en Yakima, Washington. En los últimos años, las inversiones en robótica de las instalaciones empacadoras se hacían en nombre de la eficiencia y la inocuidad de los alimentos, pero están pagando dividendos de distanciamiento social durante la pandemia del coronavirus. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)
Pocas personas se encuentran en la línea de empaque de manzanas altamente automatizada de CPC International durante un ciclo de manzanas Granny Smith en diciembre en Yakima, Washington. En los últimos años, las inversiones en robótica de las instalaciones empacadoras se hacían en nombre de la eficiencia y la inocuidad de los alimentos, pero están pagando dividendos de distanciamiento social durante la pandemia del coronavirus. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

Tener menos gente en la línea de empaque facilita el distanciamiento social.

Eso es lo que Hayden Dooney, gerente general de la Asociación de Productores de Fruta de Norfolk, aprendió de la pandemia del coronavirus. La empresa de Simcoe, Ontario, había estado planeando mejorar sus instalaciones de empaque en los próximos años con un brazo robótico que elevara las manzanas embolsadas y las colocara dentro de cajas de transporte. La pandemia del coronavirus convenció a la empresa a actuar un poco antes.

Dooney, quien también es agricultor, indicó que sin duda, el nuevo equipo ayudó a distanciar a los empleados, pero el mayor beneficio fue el existencial. Cuando la pandemia golpeó por primera vez, cerca del 40 por ciento de la fuerza laboral de la empresa optó por aislarse, informó Dooney. Instalaron el equipo solo para poder mantener la producción y el envío.

Las empacadoras de todo Estados Unidos han estado levantando barreras y creando espacio entre sus empleados para proteger a los trabajadores durante la pandemia. Aunque el equipo robótico y automatizado ha estado llegando a las líneas de empaque durante varios años, por lo general en nombre de la eficiencia y la inocuidad de los alimentos, la pandemia del coronavirus acabó por darles a los ejecutivos y gerentes otra razón para alabarlo.

“También estamos tratando de automatizar”, señaló Dale Davis, gerente de proyectos de Chelan Fruit en Chelan, Washington. “La COVID nos está dando otro motivo para hacerlo”.

La principal línea de empaque de Chelan Fruit fue construida en 2016, para reemplazar una destruida por el fuego, con una variedad de elementos automatizados. Por ejemplo, la empresa instaló dos paletizadoras robóticas, brazos que apilan cajas en las tarimas, indicó Davis. El ahorro en los costos impulsó la decisión, señaló. Antes de las nuevas paletizadoras, cuatro de diez empleados trabajaban en el área apilando cajas. Ahora, el número se ha reducido a dos.

La empresa tenía equipo paletizador antes del incendio, pero se actualizó luego de ello. Los nuevos son más eficientes, aseguró Davis.

CPC International comparte una historia parecida.

Un rellenador de bandejas automatizado coloca cuidadosamente manzanas Granny Smith en las charolas para su envío a CPC International. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)
Un rellenador de bandejas automatizado coloca cuidadosamente manzanas Granny Smith en las charolas para su envío a CPC International. (TJ Mullinax/Good Fruit Grower)

En la primavera de 2019, casi un año antes de la pandemia, la empresa de Tieton, Washington, completó una importante renovación con clasificadores de tamaño de alta velocidad, clasificadores de defectos, embolsadoras automáticas y paletizadoras automáticas por razones puramente comerciales, informó Gary Gredvig, gerente de producción.

Sin embargo, las modificaciones le han dado a la empresa la capacidad de distanciar a la gente, apuntó Gredvig. Están aprovechando esa capacidad porque “nuestra prioridad número uno es mantener a las personas a salvo”.

De vuelta en Ontario, los productores de fruta de Norfolk introdujeron por primera vez los rellenadores de bandejas automáticos hace dos años, cuando un productor de equipo de panadería y huevos cercano les pidió que probaran un prototipo. Dooney terminó comprando unas cuatro máquinas.

Este año, Norfolk Fruit comenzó a trabajar con apiladoras de bolsas como el siguiente paso lógico, añadió Dooney. La máquina de 250,000 USD levanta y apila alrededor de 25 bolsas por minuto, un trabajo que tiene un costo físico en el cuerpo y dio paso a una gran cantidad de reemplazos de personal. 

Un nuevo brazo robótico, instalado en 2020, alcanza una bolsa de manzanas para colocarla automáticamente dentro de una caja de transporte en las instalaciones de la Asociación de Productores de Fruta de Norkfolk en Simcoe, Ontario. La empresa había planeado añadir el elemento automatizado a su línea de empaque en los próximos años, por el bien de la eficiencia, pero adelantó el programa para permitir un mayor distanciamiento social y compensar la falta de empleados debido a los que se encuentran en aislamiento durante la pandemia del coronavirus. (Cortesía de Hayden Dooney/Norfolk Fruit Growers’ Association)
Un nuevo brazo robótico, instalado en 2020, alcanza una bolsa de manzanas para colocarla automáticamente dentro de una caja de transporte en las instalaciones de la Asociación de Productores de Fruta de Norkfolk en Simcoe, Ontario. La empresa había planeado añadir el elemento automatizado a su línea de empaque en los próximos años, por el bien de la eficiencia, pero adelantó el programa para permitir un mayor distanciamiento social y compensar la falta de empleados debido a los que se encuentran en aislamiento durante la pandemia del coronavirus. (Cortesía de Hayden Dooney/Norfolk Fruit Growers’ Association)

El coronavirus adelantó el calendario por cerca de un año, explicó Dooney. Hoy en día, el área de embolsado es atendida por una sola persona, en comparación con las dos a seis que había antes de la instalación. 

Dooney sospecha que la automatización continuará, especialmente en el lado del huerto.

“Creo que va a llevar un ritmo aún más alto en el campo”, concluyó.

por Ross Courtney